Una primera impresión no suele definir a la persona que tienes delante, pero hay excepciones, como en el caso de Cleopatra zu Oettingen-Spielberg, princesa, baronesa y actriz en construcción. Más allá de sus apellidos y sus castillos de cuento, Cleo, como la llaman sus allegados, es una mujer espontánea y divertida, honesta y trabajadora, comprometida con los demás y enamorada de la moda y de Madrid, donde vive desde hace casi tres años.
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Sueñas con tener tu oportunidad en el mundo de la interpretación. ¿Cómo te gustaría que fuera ese debut?
He trabajado en ello, pero solo en alemán, y me encantaría poder actuar en español. Siempre me ha gustado el cine español, sus producciones están pisando fuerte.
Has comentado que, en el ámbito del arte, los títulos pueden cerrar más puertas que abrirlas. ¿Te ha tocado vivirlo?
No he tenido ninguna situación concreta, pero sí sé que hay veces en las que puede ser una barrera y condicionar por los prejuicios.
¿Qué les dirías a aquellos que consideran que ser princesa es un pasaporte al éxito?
Para mí el éxito profesional es trabajar en lo que te gusta y ser independiente económicamente. Y, en este sentido, no siento que sea una ventaja. Creo en la constancia y en el trabajo duro.
Campañas de moda, front rows, eventos… Eres una de las invitadas más buscadas. ¿Cuál es el secreto del “efecto Cleo”?
Muchas gracias (risas). Siempre me ha fascinado la moda y me encanta viajar, así que me siento superafortunada por formar parte de ello. Todo surgió hace años, cuando empecé a actuar en Alemania y me invitaban a desfiles de alta costura. Pero, para mí, lo importante es que mi esencia y mi personalidad sigan siendo las mismas hoy, y eso no va a cambiar nunca. No soporto la arrogancia ni a la gente que se cree mejor que otra.
Desde tu llegada a Madrid te has sentido como en casa. ¿Ha sido fácil hacerte hueco en la sociedad capitalina?
Nunca me he sentido tan en casa como en Madrid. He tenido mucha suerte de encontrar un grupo maravilloso de amigas y esta ciudad me ha acogido con los brazos abiertos tanto en lo personal como en lo profesional. Lo que se dice, “de Madrid al cielo”, no es solo un dicho.
Repartís vuestro tiempo entre nuestro país y Alemania. ¿Qué estilo de vida va más contigo?
Sin duda, el español. Me encanta estar con la gente y no soporto el frío, a no ser que esté esquiando. Es verdad que adoro Baviera y Múnich, pero nada se compara con Madrid.
Estás muy vinculada a la moda y la conoces desde dentro. ¿A qué grandes desafíos crees que se enfrenta para seguir conectada a la sociedad?
Me parece que, en un futuro, la sostenibilidad y accesibilidad serán temas importantes. Las condiciones laborales, el origen de los materiales y el lujo silencioso, también. Otro tema del que se hablará mucho es de las modelos IA. Me parece fascinante y terrorífico a la vez.
Si echamos un vistazo a tu armario, ¿qué podremos encontrar para afrontar este invierno?
Muchos abrigos de todo tipo. Quiero invertir en un buen teddy coat, unos botines de cuero y jerséis de cashmere.
¿Y para un evento especial?
Me gusta mucho Luisa Beccaria, es la firma que creó mi vestido de novia. Y siempre acierto con unos elegantes y cómodos pantalones de vestir de Giorgio Armani, ya que sientan genial.
Eres baronesa de nacimiento y princesa por matrimonio. ¿Sientes que representas este papel cuando procede, pero que no forma parte de tu vida cotidiana?
Exactamente, no lo podrías haber dicho mejor. Es justo lo que supone para mí.
En vuestras fincas en Guadalajara y Burgos tenéis huerto y gallinas y disfrutáis inmersos en la naturaleza. ¿Es tu mejor forma de desconexión?
Son maravillosas, pero donde más desconecto es en los Alpes suizos en verano. Nací en Suiza y le tengo un cariño especial.
Con tres niños pequeños y entre trabajo y viajes, ¿cómo consigues llegar a todo?
Organizándome muy bien y con bastante antelación. Intentamos que siempre estemos mi marido o yo para que los niños no nos echen de menos.
En los últimos años, se está poniendo el foco en la importancia de la salud mental, ¿te preocupa tu bienestar en este sentido?
Soy partidaria de trabajar mucho las emociones, los miedos y las preocupaciones de todos en casa. Creo que, en momentos puntuales de la vida, es muy sano ir a terapia, aunque sea solo para hablar.
Vivimos en un mundo hiperconectado, con nuevas amenazas y desafíos para los niños. Como madre de tres (Matilda, de ocho años; Louis, de seis, y Milana, de poco más de dos), ¿cuáles son los miedos a los que te enfrentas?
Me gustaría que no tuviesen móvil hasta que fueran adolescentes. Estoy totalmente de acuerdo con que el uso de las redes sociales sea legal a partir de los 16 años.
¿Qué es lo que más agradeces haber vivido en tu infancia y que hoy sientes como una gran lección?
Agradezco todos los cambios por los que pasé, aunque experimentarlos fue duro. Vivir en tantos países, cambiando de colegios y amigos, es complicado, pero las experiencias y los idiomas que aprendí me han aportado mucho.
¿Qué es lo que más admiras en las personas?
El trato respetuoso y amable. Me gustan las personas que tienen en consideración los sentimientos de los demás, sin importar el contexto o la circunstancia.
Llevas tiempo colaborando con distintas ONG que ayudan a la infancia, ¿por qué nadie debería pasar de largo?
La infancia es una etapa muy vulnerable y tengo especial debilidad por los niños y por evitar su sufrimiento. Es importante invertir tiempo en ello, no solo por empatía y compromiso, sino también porque la infancia hoy es el futuro mañana.
