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Katherine Hepburn, al margen de sus méritos como actriz y de sus cuatro Oscar, fue libre en una época donde las mujeres no lo eran y cultivó –cuidó y amó– a lo largo de su vida dos pasiones por encima de todo: su ‘gran familia (así la describe en su autobiografía) y Spencer Tracy, con el que estuvo 27 años. Este espíritu se siente en la casa familiar de Old Saybrook (Connecticut), un paraíso donde la actriz solía desplazarse cada fin de semana desde Nueva York y en la que murió en 2003, con 96 años.

Hoy, esa vivienda, reducto de una de las mejores actrices de toda la historia, pero también de una mujer independiente y enérgica que hizo siempre lo que quiso, sale a la venta por 11.800.000 dólares (10.540.420 euros). Esta venta nos ofrece una oportunidad única para recorrer de puntillas y algo emocionados también, las estancias por donde ‘La fiera de mi niña’ pasó su emocionante vida. 

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La relación de Katherine Hepburn con esta casa era realmente excepcional, tanto que incluso en su autobiografía dedica un capítulo entero a “su paraíso”. Su padre la descubrió en 1913, cuando la actriz tenía cinco años, y siempre ha estado presente en su vida. Incluso cuando en 1938 la casa (casi) fue borrada del mapa por un huracán, no resultó extraño, que, conociendo el carácter de los Hepburn, volvieran a ponerla en pie. Hacía falta mucho más que un fenómeno así para amedrentarlos. Situada en un maravilloso entorno y rodeada por el mar, cuenta, además de con una playa, con un estanque y un embarcadero propios. 


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Al abrir las puertas, un gran recibidor sirve de antesala al interior de la vivienda, mostrando el estilo colonial americano, que define los espacios. Un blanco impoluto, que en ocasiones puede ser blanco roto, suelos de madera y muebles de fibras naturales, madera o lacados. Sin olvidar, el guiño marinero que proporciona el color azul de la alfombra o la consola. La casa fue reformada completamente en el año 2004, lo que permitió actualizar y mejorar las instalaciones, pero respetando siempre el espíritu original de la misma.


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El que fuera el refugio de Katherine Hepburn está distribuido en tres plantas y cuenta con seis dormitorios, siete baños y, curiosamente, siete chimeneas, que potencian la sensación de hogar. La distribución es abierta y las estancias se comunican entre sí, ya que se han eliminado las puertas. Llama la atención las hermosas columnas que actúan como arcos de entrada en cada habitación. El color blanco se apodera tanto de las paredes, la carpintería y el suelo como del mobiliario y las telas, creando una atmósfera fresca y natural, muy propia de una casa de vacaciones. 


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La relación del interior con el exterior es sumamente importante, ya que apenas hay barreras visuales entre ambos y los grandes ventanales de la casa, se abren eliminando la única separación entre ambos. Este comedor de exterior, con una mesa XL de madera, aúna encanto y funcionalidad, ofreciendo un marco incomparable para las comidas y reuniones veraniegas. La carpintería cambia aquí del blanco al gris, buscando, quizás, una mayor fusión con los colores que lo rodean. 


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 La cocina fue y sigue siendo el corazón de la casa, manteniendo ese espíritu de gran familia que unía a la mítica actriz con sus padres y hermanos, primero, y con sus sobrinos, después. Al estar abierta y no tener puertas permite participar de la vida familiar o de reuniones de amigos, mientras se está preparando la comida. El blanco vuelve a ser protagonista, incluso el mármol de la encimera o los azulejos del antepecho se visten de este color. Como se trata de una cocina familiar es un espacio amplio, con una mesa para desayunos y un montón de armarios para guardar. Esta cocina para Katherine Hepburn siempre tuvo un componente emocional. Habla de ella “como la cocina de Luddy” –su exmarido– y del primer encuentro con Spencer Tracy “como “si le hubiesen golpeado la cabeza con una sartén de hierro”. © Top Ten Real Estate

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Una bella escalera blanca con el pasamanos de madera, muy típica de este estilo, permite acceder al resto de las estancias. En este espacio de la planta superior llaman la atención dos detalles decorativos: los cisnes volando, espléndidos y majestuosos, y la pincelada azul en alfombras y tapicerías© Top Ten Real Estate

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El estilo de los dormitorios se mantiene fiel al estilo decorativo del resto de la casa. Se trata de amplios espacios, vestidos de blanco, en los que se introducen toques en azul, evocando ese espíritu marinero. La pared de ladrillos rompe un poco con esa uniformidad, otorgando actualidad al ambiente. Luminosa y cómoda, los grandes ventanales permiten que la luz natural inunde todo, multiplicando, al mismo tiempo, sus dimensiones. 

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Mirando el mar. Sin duda, las vistas de la habitación principal son uno de los lujos que posee la que fuera casa de Katherine Hepburn en Old Saybrook (Connecticut). Aquí, donde la brisa marítima es también protagonista, el blanco se apodera de todo, salvo del suelo de madera, creando un ambiente sencillo y confortable. La chimenea ­–en total la casa cuenta con siete– contribuye a la calidez del espacio, tanto físicamente como emocionalmente. © Top Ten Real Estate

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Los baños –la casa cuenta con siete– equipados con todas las comodidades mantienen, sin embargo, el espíritu original de la vivienda y su elegancia innata. Luminosos y amplios, el blanco vuelve a ser protagonista, favoreciendo la sensación de higiene. Los grandes ventanales favorecen la comunicación visual con el exterior de la casa, además de aportar luz natural y grandes dosis de energía. 


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El mar es parte esencial de esta espectacular casa, de cuya venta se está encargando Top Ten Real Estate.

La actriz, una amante del deporte, se bañaba en pleno invierno, incluso siendo ya una venerable anciana. La propiedad cuenta con un embarcadero privado, una solución muy práctica, que permite salir a navegar o disfrutar de bellos momentos mientras se contempla el mar, en unas agradable sillas blancas (por supuesto). 


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