Un paraíso entre dunas y pinos

Patrick Perrin, creador de las ferias de arte más importantes del mundo, nos abre las puertas de su casa, una de las más espectaculares de Comporta

Pertenece a la cuarta generación de una familia de anticuarios, fundó el famoso ‘Salon du Dessin’, de París, y el ‘Pavillon des Arts et du Design’ (PAD), presente en la capital francesa, Londres, Nueva York, Ginebra y Mónaco

Casa Comporta
Victoria de Alcahúd

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Patrick Perrin es una de las grandes figuras del mundo del arte de ayer y hoy. Del pasado, por su apellido, Perrin, porque desde el siglo XIX su familia —marchantes de arte, sobre todo de piezas del siglo XVIII francés, con clientes como el Palacio de Versalles, el museo Metropolitano de Nueva York o el Getty de Los Ángeles— es una institución. Y del presente porque él —la cuarta generación en el negocio— decidió que quería tener su propia parcela. Para ello, fundó en 1991 el Salon du Dessin, el evento más importante del mundo en cuanto a dibujos se refiere. Durante unos días en París, se compran y se venden exclusivos dibujos que van desde el Renacimiento al siglo XX. No contento con esto, en 1998 pensó que no existía una feria de galeristas de alto nivel para coleccionistas de arte y diseño y por eso creó Pavillon des Arts et du Design (PAD), que ha ido creciendo hasta tener ‘sucursales’ en Londres, Nueva York, Ginebra y Mónaco. Con tanto como tiene entre manos, no le queda mucho tiempo para descansar, pero, cuando lo hace, se va con su familia a Comporta, en Portugal.

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Casa Comporta©CÉSAR VILLORIA
Patrick Perrin, con su mujer, Valentine, y sus hijos: Marie, de diecinueve años; Louis, de veintitrés; Athina, de once, y Paul, de veinticinco.

“Estábamos con una pareja de amigos en Gstaad. Nuestros hijos son de la misma edad —recuerda Patrick— y nos dijeron: ‘Hemos alquilado una casa en Comporta. ¿Por qué no venís con los niños?’. ‘¿Comporta?’, pregunté yo… ‘Sí, Comporta. Sesenta kilómetros de playas vacías rodeadas de arrozales. Una zona ambientalmente protegida donde construir está restringido y estrictamente reglamentado’”.

Casa Comporta©CÉSAR VILLORIA
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Sobre estas líneas, la playa de Comporta. Arriba, vista aérea de la propiedad, que consta de casi mil metros cuadrados habitables, divididos en cinco casas independientes inspiradas en las de pescadores que, antiguamente, poblaban la zona.

Aquello prometía y los Perrin se apuntaron. Era julio de 2010. En octubre, Patrick estaba de vuelta. Se había enterado de que alguien quería vender su casa. No era fácil la compra. La familia Espírito Santo, grandes empresarios y banqueros portugueses, habían comprado en su día las casas de los pescadores y tenían intereses en los arrozales. Pero las cosas cambiaron a principio de los noventa y, ahora, había una oportunidad.

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Izquierda, el ‘hall’, con una colección de sombreros y bolsos de paja comprados a los artesanos de la zona. A la derecha, el matrimonio, con sus perros, ‘Edem’ y ‘Garance’.

 

“Dos años después, estaba comiendo en la playa con la ministra de Cultura portuguesa y mi amigo Federico Horta e Costa, el hermano del ministro de Comercio, y, de pronto, mi agente inmobiliario se acercó. Me entregó un papel en el que estaba escrita una cifra y dijo: ‘El dueño pertenece a la familia de los Espírito Santo, su esposa es escandinava y no se siente a gusto en Comporta. Está dispuesto a vender’. Vi el precio. Me pareció justo y, como a los portugueses no les gusta regatear, contesté: ‘¡De acuerdo!’. Luego, me dirigí a mis comensales diciendo: ‘Ambos conocéis al propietario, por favor, llamadle por teléfono y decidle que voy en serio’. Lo hicieron… y ¡aquí estamos hoy!”, cuenta Patrick.

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Sobre estas líneas, el comedor exterior, junto al que han construido un estanque. Arriba, el salón principal, donde predominan los tonos marrones y crema. La mesa de centro es de los años sesenta, de Roger Capron, y la lámpara de ratán del techo es de Chahan Gallery.

Era el principio de un trabajo colosal, pero a Patrick le gustan los desafíos. Inicialmente, eran cuatro con cinco hectáreas (se convertiría más tarde en nueve, al comprar el terreno contiguo) y un desnivel de once metros, desde la entrada a la parte baja. “Llamé a mi amigo Philippe de Boncourt, que más que un paisajista al uso es un creador de espacios, y juntos decidimos convertir el terreno sin vida en un conjunto de dunas y pinos, que es lo que, en realidad, es Comporta. Me gusta mucho mi casa, pero en la zona también hay otras muy bonitas, sin embargo, lo que hace que mi propiedad sea especial son los jardines, las plantas, la forma en que están pensados y los rincones aquí y allá, medio ocultos, donde uno con un buen libro —en papel, naturalmente— puede desaparecer”, nos explica.

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Arriba, el comedor exterior, situado en el patio. Sobre estas líneas, Patrick y Valentine, en uno de los bosques de pinos que plantaron en la propiedad, en la que no había nada cuando la compraron.

Ciertamente, la vegetación está muy lograda y parece que ha estado ahí desde siempre. Sin embargo, cuenta que sale carísimo mantenerla. Tiene dos jardineros todos los días y una cuadrilla de entre tres y cinco personas, dos veces en semana. La casa, aunque tuvo un arquitecto, es obra del buen gusto decorativo y el vasto conocimiento de los objetos de Patrick: “La parte habitable son unos mil metros cuadrados, si incluimos los porches. Hay siete habitaciones separadas en cinco pequeñas casitas independientes. La más grande, la nuestra. Me encanta el roble y la paja, que casualmente coincide con el ‘estilo Comporta’, así que estoy de suerte y, por supuesto, sigo la estela de Jacques Grange”.

Casa Comporta©CÉSAR VILLORIA
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Arriba, la cocina, con colecciones de jarras de barro, cangrejos y langostas. La mesa está dispuesta con una vajilla en rojo y blanco de Au Bain Mary, con motivos marinos. Sobre la mesa auxiliar, hay dos candelabros de cerámica de Jean Marais.

Jaques Grange es un decorador francés de inmenso prestigio internacional. Fue uno de los descubridores de Comporta y quien animó a sus amigos, como Christian Louboutin, a comprarse una casa en la zona. Es, indiscutiblemente, el creador de ese estilo tan peculiar inspirado en las antiguas casas de pescadores, tan característico de la zona. “Él es el maestro y todos los demás le seguimos. En mi caso, también ha sido muy importante mi amiga Vera Espírito Santo. Pero con la experiencia que tengo y la ‘manía’ de no querer que nadie decida por mí, he viajado por los anticuarios de la zona y de París y he hecho la casa a mi gusto. Hay piezas de grandes artistas, como las lámparas de mi amiga la prestigiosa ceramista portuguesa Vela Silva; objetos ‘vintage’ de mercadillos y de galerías de arte; utensilios cotidianos, como las jarras de barro, que cuestan desde tres a cien euros y, mezcladas entre sí, ya no distingo cuál es cuál. Me encantan las colecciones. Si me gusta algo, lo repito profusamente”.

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Abajo a la izquierda, el dormitorio principal, con una colección de espejos de ratán en la pared. Al fondo, el despacho de Patrick. Arriba, izquierda, la habitación de los niños, con literas y un escritorio de bambú de los años setenta. Arriba, derecha, el cuarto de las niñas, también con muebles de los setenta. Abajo, derecha, la habitación de invitados.

Patrick pasa aquí todo el tiempo que puede, especialmente en estos últimos tiempos, en los que el Salon du Dessin y el PAD no han acontecido. Para alguien tan activo y emprendedor como él, debe ser frustrante. “Es un momento para reflexionar y me planteo rebajar un poco el ritmo de vida y pasar más tiempo con la familia y amigos. Pero, en mi negocio, la interacción es fundamental. Recuerdo que, hace veinticinco años, un importantísimo marchante inglés me dijo: ‘Pero, Patrick, ¿por qué te mueves tanto? No paras’. Yo le contesté que, si quieres nuevos clientes, tienes que ir a buscarlos. No es fácil que vengan a tu galería. Con frecuencia, la puerta cerrada los intimida, pero una feria de galerías, en la que la entrada general cuesta unos veinte euros y puedes descubrir muchas de ellas al tiempo y puedes hablar con el dueño en persona, dispuesto a responder a tus preguntas, lo hace todo más cercano. Con suerte, hay una compraventa y todo el mundo sale ganando”, explica.

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La familia al completo, con sus dos perros, ‘Edem’ y ‘Garance’, en uno de los caminos de la finca.

El marchante inglés, a quien se refiere Perrin, cerró su tienda cinco años después de aquella conversación. Y es que Patrick lo lleva en la sangre. Tiene un sentido del negocio que ha pasado de generación en generación: “Mi tatarabuelo se vio obligado a huir de Polonia tras las revueltas, como consecuencia del asesinato del zar Alejandro II de Rusia en 1881, pues culparon injustamente a los judíos. Llegó a Francia con lo puesto y, ante la necesidad de sobrevivir, descubrió que tenía la habilidad de comprar un objeto, digamos, por cinco, y venderlo por diez. Así empezó todo, hasta llegar a mi abuelo Maurice y a mi padre, Jacques, y luego a mí”. Con una familia que es un referente en el mundo del arte, con la formación y los conocimientos que tiene, parece que el destino obligaba a Patrick Perrin a crear Salon du Dessin, PAD y, entre otros muchos proyectos, Les Cahiers du Mobilier, con libros monográficos de grandes artesanos. Sin embargo, todo ello hoy, aquí, en este momento, parece lejano. Solo se escucha el silencio… y, allá a lo lejos, el ruido de las olas. “Es un lugar tan inusual en el mundo en el que hoy vivimos que tuve en una ocasión a unos amigos de visita que me preguntaron: ‘¿Pasa una autopista por aquí?’. Habían confundido el ruido del mar con ¡el de los coches!”.

Casa Comporta©CÉSAR VILLORIA
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Originariamente había un desnivel de once metros entre la parte de arriba y donde están situadas las casas. Con trabajo e imaginación, Patrick y Philippe de Boncourt lo solucionaron. Sobre estas líneas, el salón exterior, situado junto a la piscina, con techos de madera y paja. Arriba, una vista aérea de la piscina.

PRODUCCIÓN Y TEXTO: VICTORIA DE ALCAHÚD

FOTOS: CÉSAR VILLORIA

DECORACIÓN: PATRICK & VALENTINE PERRIN

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