El mareo es más frecuente en niños y mujeres y se caracteriza por una sensación de pérdida de equilibrio, vértigo y ganas de vomitar
Tal vez en alguna ocasión haya vivido la desagradable experiencia de marearse. No se extrañe: la mayoría de las personas ha experimentado esta molesta sensación alguna vez en su vida. Y más aún en verano, cuando los viajes se multiplican e, incluso, realizamos trayectos en barco. Aunque puede tener orígenes diversos, en la mayoría de los casos afecta a personas que son propensas a marearse debido a una predisposición constitucional de los mecanismos que intervienen en el equilibrio, bien por un deficiente funcionamiento de éstos o bien por una inmadurez de los mismos.
El mareo es más frecuente en niños y mujeres y se caracteriza por una sensación de pérdida de equilibrio, vértigo, una alteración de vacío en el estómago y ganas de vomitar. Si los síntomas y el mareo progresan aparecen los bostezos, la sudoración, un aumento de la salivación, las náuseas y finalmente los vómitos.
Los sistemas que intervienen en el mantenimiento del equilibrio son: la vista, el oído (con el órgano de equilibrio ‘el laberinto’), el sistema nervioso central y el periférico (terminaciones nerviosas propioceptivas osteoarticulares).
En determinadas situaciones con movimientos o desplazamientos repetitivos e insistentes, los mecanismos periféricos y el cerebro no son capaces de adaptarse de forma adecuada y entonces se produce el mareo. Esta desagradable sensación puede producirse en cualquier medio de locomoción o en cualquier mecanismo que produzca un movimiento continuo (barco, avión, coche, etc.).
Consejos para evitar y tratar el mareo