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Acantilados de Barbate atiborrados de nidos de gaviotas, grajillas y garcillas bueyeras
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Playa de Hierbabuena
Los acantilados están atiborrados de nidos de gaviotas, grajillas y de garcillas bueyeras, la única colonia que aún queda por este litoral sureño. Los cielos del interior los sobrevuelan rapaces como el cernícalo, el halcón y la lechuza.
Durante su paseo, el caminante escuchará por todos lados el canto del cuco. Las huellas del astuto zorro serán habituales, así como la posibilidad de toparse con algún camaleón, con algún lagarto oceánico o con toda suerte de coloristas lagartijas. La playa de Hierbabuena queda a la salida de Barbate, a medio camino entre su puerto deportivo y los primeros acantilados. De este arco de arena blanca parte una senda que trepa hasta la entrada del parque natural. Sabinas y azucenas de mar adornan las dunas móviles, que crecen hasta una zona de empalizadas donde mana el agua limpia y fresca de una fuente. Pese a la sequedad de la superficie, el subsuelo está horadado por canales subterráneos que vierten sus aguas por caños y manantiales hasta reventar en los acantilados atlánticos.
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