El centro cuenta con áreas abiertas, cenotes, sala de aeroyoga, palapas con sahumos (un antiguo ritual para trabajar sobre la limpieza, curación y protección del espíritu), piscinas de agua natural y congeladas, un atelier de creación artística y experimentos de física cuántica e incluso una cueva escondida con cristales curativos.
Las salas de terapia tienen forma hexagonal, para representar la conciencia del ser humano, invitando a desconectar y reconectar con tu propio viaje personal.
En ellas se realiza meditación a través de los chacras, terapias de sonido con cuencos tibetanos bajo el agua que trabajan las emociones y los miedos a través de las vibraciones sanadoras y hasta limpiezas chamánicas con sahumerios de resinas y hierbas. También ofrecen sanación solar (sungazing), la técnica Wimhof (respiración holotrópica, inmersión en agua helada y concentración), la respiración consciente o las lecturas astrológicas. En total, existen 25 técnicas que abarcan cuerpo, mente y espíritu.
Como decimos, cuando el lujo no está solo en las comodidades o instalaciones, sino en regenerarse, este tipo de viajes de bienestar y transformación se convierten en algo inolvidable. Una tendencia que os mostramos, que hemos encontrado en este rincón del Caribe, y que esperamos que en los próximos años se extienda a otros muchos rincones del mundo, porque estamos seguros de que en ella reside el futuro de los viajes.
Viajar para cuidarnos y reconectar con nosotros mismos y que el viaje suponga una transformación personal, en todos los sentidos.
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