"A la ceremonia únicamente pudieron venir nuestros familiares y nuestros íntimos amigos que aparecieron de sorpresa, y fue increíble. Luego hicimos la celebración en mi casa, pero solo pudimos reunirnos con hermanos, padres, abuelas y padrinos. Nos apetecía aprovechar esta situación para hacer una comida familiar y poder disfrutar de verdad con ellos, cosa que luego en las bodas de mucha gente es prácticamente imposible. Nunca me olvidaré, una de mis hermanas no paró de darnos las gracias por haberlo hecho de esa manera porque así pudo disfrutar mucho más con nosotros. Después, convocamos a nuestros íntimos amigos en una terraza de Madrid para también poder compartir con ellos ese día. Entramos bailando con la música a tope y fue lo más. Cuando pase toda esta situación tenemos muchas ganas de "volvernos a casar" y así poder celebrarlo con todos los invitados que no pudieron estar y que echamos mucho de menos", explica Marta.