3. Generando sombras vegetales
Si te preguntas qué ofrecen al conjunto del jardín los pórticos y las galerías emparradas, lo cierto es que hay que reconocer que los elementos más básicos son los que más nos llaman la atención y más activamente reclamamos. “Probablemente se deba a que surgen para satisfacer una necesidad invariable a lo largo de los siglos, y nos extraña que hoy en día tengamos las mismas necesidades que aquellos que nos precedieron. Así, los cerramientos y las sombras son las piedras angulares de prácticamente cualquier jardín”, afirma Fernando, artífice del diseño de este jardín naturalizado (un estilo también denominado new perennial).
Ese sentimiento de recogimiento y privacidad de nuestro jardín se plasma en vallados y pórticos. Pero estos segundos hoy en día se desprecian, principalmente por razones utilitarias y económicas. No obstante, no son pocos los jardines que incorporan, si no en su entrada, al menos en algunas zonas, arcos, pórticos o puertas que acotan el espacio y ensalzan el lugar en el que se localizan. Un sencillo arco de rosas o glicinias puede ser tan efectivo como un pórtico de granito y madera.
Lo mismo sucede con los emparrados, en galería, planos o semiabiertos. Son espacios en el que el tiempo y la luz transcurren a otro ritmo. A veces buscan ralentizar la marcha, relajar; otras, ocultar zonas que no queremos dar protagonismo, y otras, las más, nos llevan de un sitio a otro a la vez que nos transportan con sus colores y olores.
Las plantas que escoger simplemente se limitan a cubrir la estructura que planteemos, y de nosotros dependerá que esta sea protagonista, o mero soporte a ocultar por la naturaleza. Materiales como la madera y el hierro pueden conjugarse de modo que logremos un aspecto asilvestrado, profundamente minimalista o bucólico.
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