La princesa Diane de Polignac nos abre las puertas de su fabuloso castillo familiar del siglo XVIII en Bretaña, rodeado de historia y arte

Hija del príncipe Alain de Polignac y de la princesa Nathalie de Ligne, Diane es una gran coleccionista de arte y, desde 2010, tiene una galería que lleva su nombre, en el corazón de París

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La princesa Diane de Polignac es una auténtica apasionada del arte y uno de los motivos fue este castillo, cuyos muebles y pinturas le inspiraron desde niña a dedicarse a este mundo y fundar, en el corazón de París, su propia galería especializada en arte moderno del siglo XX, llamada Galería Diane de Polignac.

“El jardín fue diseñado en 1930 por el famoso arquitecto paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier” cuenta Diane, que nos recibe junto a su hija, Ariane, y Max, hijo de su marido, el barón Stanislas de Nervo
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Hija del príncipe Alain de Polignac y de la princesa Nathalie de Ligne, su familia proviene de Auvernia, una zona volcánica del centro de Francia, donde se encuentra el pueblo de Polignac. Allí se construyó la fortaleza hace mil años, que ha sido modificada a lo largo del tiempo; hoy en día, es el príncipe Alain quien se encarga de cuidarla, así como de la residencia familiar situada en la región francesa de Bretaña, el castillo Kerbastic, donde Diane nos recibe para contarnos la fascinante historia de los Polignac.

Diane de Polignac©Mattia Bettinelli
 El castillo de la princesa Diane de Polignac©Mattia Bettinelli
Sobre estas líneas, el exterior del castillo Kerbastic, ubicado en una propiedad de 150 hectáreas junto al mar, en la región francesa de Bretaña. En la imagen de arriba, la princesa Diane de Polignac pasea por los espectaculares jardines del castillo, que pertenece a su familia desde la primera mitad del siglo XIX.

Casada por primera vez con Khalil de Chazournes, quien desgraciadamente falleció en 2016, es madre de una niña de 18 años llamada Ariane. Después contrajo matrimonio, por segunda vez, con el barón Stanislas de Nervo, quien tiene un hijo de 22 años llamado Max. El castillo Kerbastic surge en una propiedad de 150 hectáreas, al lado del mar. Está perfectamente cuidado, lleno de luz, decorado con tapicerías florales, retratos y fotografías de todas las generaciones de su familia. Aquí se sigue manteniendo vivo un espíritu country, chic y aristocrático.

“En 1840, el castillo entró en la familia por una unión matrimonial. Desde entonces, cada generación ha realizado mejoras, pero el gran cambio fue en los años sesenta, cuando mi tío Louis de Polignac lo reconstruyó íntegramente”
Puerta principal del castillo©Mattia Bettinelli
Jardines del castillo©Mattia Bettinelli
Imágenes de los exteriores del castillo Kerbastic.

—Diane, háblanos de tu gran familia aristocrática.

—La familia Polignac se remonta al siglo X. Históricamente, ostentaban el título de vizcondes de Polignac. A principios del siglo XVII, recibieron el de marqueses por los servicios prestados al Rey Enrique IV de Francia y, a finales del siglo XVIII, el Rey Luis XVI les nombró duques y, más tarde, duques y pares de Francia. Hacia 1820, el Papa les concedió el título de “príncipes romanos” y, en 1840, recibieron el de príncipes del Sacro Imperio por el Rey de Baviera.

Diane de Polignac con sus hijos y su perro©Mattia Bettinelli
Otra vista del castillo©Mattia Bettinelli
Diane posa con Ariane, de 18 años, y Max, de 22, acompañados por su perro, en los exteriores del castillo. Debajo, la fachada posterior de Kerbastic.

—¿Cuáles son los miembros más ilustres de la familia Polignac?

—Hay dos personalidades Polignac que han destacado particularmente. En el siglo XVII, Melchior de Polignac, que fue un clérigo francés que llegó a ser obispo de Lombez (Francia), en 1694. Se le conoce sobre todo por su labor como embajador de Francia ante la Santa Sede, durante el reinado del Rey de Francia Luis XIV. El cardenal de Polignac fue también un prolífico erudito y autor. Su obra más famosa, Lettres sur la mythologie, publicada en 1749, intenta reconciliar la mitología grecorromana con el cristianismo, buscando correspondencias entre las deidades paganas y las figuras bíblicas. Esta obra siguió influyendo el pensamiento religioso y mitológico de los siglos posteriores. Miembro de la Academia Francesa de Bellas Letras y de la Academia Francesa de Ciencias, su notable colección de antigüedades fue adqui­rida por el Rey Federico II de Prusia y expuesta en el palacio Sans Souci. Otro miembro importante fue la duquesa de Polignac. A finales del siglo XVIII, fue una amiga muy cercana de la Reina María Antonieta de Francia. Tanto, que la Reina la nombró dama de palacio e institutriz de los Niños de Francia, un cargo muy prestigioso dentro de la corte. Cuando estalló la Revolución Francesa, en 1789, la duquesa de Polignac y su familia emigraron a Viena, donde vivió unos años hasta su muerte en 1793. Tenía tan solo 43 años.

La capilla del castillo©Mattia Bettinelli
La biblioteca y la sala de música del castillo©Mattia Bettinelli
Arriba, la capilla, uno de los lugares más especiales para la familia. Abajo, la biblioteca y sala de música, donde guardan varios instrumentos antiguos.

—¿Desde cuándo pertenece este castillo a tu familia?

—En el año 1840, el castillo de Kerbastic entró en la vida de la familia Polignac por una unión matrimonial. Desde esa época, la familia y Kerbastic están unidos por un gran amor. Cada generación realizó mejoras y amplió la casa. Sin embargo, el gran cambio fue en torno a 1960, cuando mi tío Louis de Polignac lo reconstruyó íntegramente, de una manera moderna.

—¿Qué personalidades han pasado por aquí?

—Este castillo acogió a muchos artistas del siglo XX, como el pintor Christian Bérard y el poeta y dramaturgo Jean Cocteau. En los años treinta, Marie-Blanche, hija de la famosa diseñadora de moda Jeanne Lanvin, se casó con nuestro tío Jean de Polignac. Les encantaba esta casa y venían muy a menudo. Ellos eran melómanos, invitaban a muchos artistas: compositores, músicos conocidos… Marie-Blanche y mi tío no tuvieron hijos, así que la casa pasó a manos de unos sobrinos.

El salón del castillo©Mattia Bettinelli
Ariane y Max en el salón©Mattia Bettinelli
Ariane y Max posan en el salón principal. En la casa hay varios retratos y fotografías de los antepasados de la familia Polignac. Toda la casa cuenta con grandes ventanales y puertas acristaladas, para aprovechar al máximo la luz del sol.

—¿Cómo es la decoración actual?

—Mi tía Marie-Blanche, en la época en la que vivió aquí con mi tío, decoró el castillo con muebles del famoso diseñador Armand-Albert Rateau. Hoy en día, la está amueblando de manera más moderna, con tejidos diseñados por el talentoso Jean Bérenger de Nattes, un primo mío. Están también todos los retratos de la larga familia Polignac, acumulados años tras años. ¡Un toque de historia que se queda en esta casa!

Una de las salas de estar©Mattia Bettinelli
Otra vista del salón©Mattia Bettinelli
Sobre estas líneas, otra vista del salón. En la imagen de arriba, una de las salas de estar.

—¿Qué destacas de la casa?

—Aquí, en Bretaña, la luz en verano es muy fuerte. En esta casa entra por todas partes, gracias a las numerosas puertas-ventanas que tiene. Por otro lado, el jardín, que está muy florido en verano, fue diseñado por el famoso arquitecto paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier, en 1930. También hay una capilla donde nos reunimos para rezar por los familiares y recordar a nuestros difuntos.

La princesa posando en su casa©Mattia Bettinelli
El comedor del castillo©Mattia Bettinelli
“Desde que era niña, todo lo que había en Kerbastic me fascinaba y me preguntaba de dónde venía” confiesa la princesa que, junto a estas líneas, posa en el comedor principal.

—Tenéis una fundación musical muy importante en el castillo. ¿Cómo nació?

—Kerbastic, hoy en día, es la sede de nuestra fundación familiar dedicada a la música. En torno a 1930, mis tíos Jean y Marie-Blanche desarrollaron un importante mecenazgo musical. Todo empezó en París, una generación antes, gracias a Winnaretta Singer, heredera americana del imperio Singer, y a su marido, mi tío el príncipe Edmond de Polignac. Hoy en día, Kerbastic es la propiedad de esta Fundación Polignac, donde permanece este importante patronazgo musical.

La mesa puesta en el castillo©Mattia Bettinelli
Detalles de la mesa puesta©Mattia Bettinelli
El comedor de la casa cuenta con una gran mesa decorada con coloridos centros de flores, figuras de porcelana y vajilla en blanco y azul.

—Tú eres una apasionada y coleccionista de arte. ¿Cómo comenzaste en este mundo?

—De niña pasaba mi tiempo en esta casa y me fascinaban los muebles y las pinturas. Me preguntaba de dónde venían, cómo estaban hechos, quiénes los habían diseñado… Todo me interesaba. Fue mi primer paso en el mundo del arte. Mi primer marido, Khalil de Chazournes, era un gran coleccionista. De hecho, tenía muy buen ojo para el arte. Recién casados, que vivíamos en Londres, empezamos a coleccionar arte. ¡Y me puse a vender unas obras que habíamos adquirido juntos! Poco a poco, monté mi negocio, primero en Internet y después, en 2010, tuve la oportunidad de abrir mi propia galería en pleno centro de París, en el famoso barrio Saint-Germain-des-Prés. Al principio vendía, sobre todo, muebles escandinavos de los años cincuenta. Más tarde me empecé a interesar por las obras de arte de esta época y dejé de vender muebles.

La biblioteca de la casa©Mattia Bettinelli
Un dormitorio del castillo©Mattia Bettinelli
Sobre estas líneas, un dormitorio del castillo, en el que los estampados florales son protagonistas. Encima, uno de los salones con sofás con tapizados florales y paredes de rayas.

—Así conseguiste abrir tu propia galería de arte que lleva tu nombre, Galería Diane de Polignac.

—Al principio tenía esta pequeña galería. En 2016 adquirí un nuevo espacio, ubicado en la linda placita de Saint Thomas d’Aquin, al lado del Museo d’Orsay. Hoy en día, somos todo un equipo y estamos especializados en arte moderno del siglo XX. Promovemos, principalmente, movimientos artísticos vanguardistas como el Surrealismo, arte abstracto, arte Cinético… Presentamos más de 20 artistas del siglo XX que vienen del mundo entero. De Europa, nombres como Gérard Schneider, Jean Miotte, Huguette Arthur Bertrand, Robert Helman, Marie Raymond, Guy de Rougemont o Bernard Buffet; de los Estados Unidos, como Sam Francis y Loïs Frederick; de América Latina, Roberto Matta, Sergio de Castro e Inés Blumencweig, y también de Asia, como Sanyu o Foujita… Nuestra galería trabaja estrechamente, y a veces con exclusividad, con las familias y equipos de estos artistas, para promover óptimamente y a nivel mundial sus obras. Para eso, montamos exposiciones, publicamos catálogos y libros, presentamos obras en las ferias de arte internacionales… Este año celebramos el 100 aniversario del Surrealismo. Es un gran momento. De hecho, el Centro Pompidou organiza para septiembre una exposición al respecto. En la galería celebramos también este evento, a partir del 21 de marzo, a través de una exposición sobre Roberto Matta, artista chileno surrealista, en la que vamos a presentar obras inéditas de los años noventa. También el catálogo de nuestra exposición se inspira en este espíritu surrealista: una mezcla de imágenes y de textos distintos, para viajar más allá de lo que sugiere la superficie pintada de un lienzo.

Uno de los dormitorios del castillo©Mattia Bettinelli
Uno de los dormitorios©Mattia Bettinelli
En las imágenes, un dormitorio del castillo, en el que predominan los estampados de diferentes tonalidades. Las telas de colores vivos y la luz son las grandes protagonistas en la decoración de todas las estancias.

—¿Qué otros proyectos tenéis?

—A la vuelta de septiembre, presentaremos una gran retrospectiva sobre el artista multidisciplinar Guy de Rougemont: pinturas, esculturas, muebles… Es muy conocido por la famosa Cloud table y sus esculturas cilíndricas Totems. Fue también un gran pintor, miembro de la Academia de Bellas Artes de París. Y para terminar 2024, montaremos en octubre la segunda parte de nuestra trilogía de exposición Sanyu, el Matisse chino, que llegó a París en 1921 y se puso a dibujar desnudos en la famosa Academia libre de la Grande Chaumière. Estará de nuevo expuesto en la galería a través de otro tema: Sanyu y ‘el encuadre’. Una nueva manera de ver la obra de Sanyu, cruzando el arte y la fotografía, el cine también.

“Al principio, vendía muebles escandinavos y obras de arte de los años cincuenta, y ahora, en la Galería Diane de Polignac, estamos especializados en arte moderno del siglo XX”
Otra vista del dormitorio©Mattia Bettinelli
Un rincón de estar©Mattia Bettinelli
Dos imágenes de la estancia, donde predominan los estampados florales.

—También estás desarrollando otro negocio, vinculado al mundo del arte

—Es verdad. Acabamos de lanzar un nuevo software especializado en la creación de catálogos razonados e inventarios. Esta empresa se llama Inventozen. Este programa está dedicado a los artistas, a los museos y a los coleccionistas que quieren optimizar la creación de catálogos razonados e inventarios. No solo permite ordenar datos científicos, sino también hacer públicos estos contenidos con acceso por Internet. Este programa es muy innovador. Tener un acceso a los contenidos científicos, en cualquier parte del mundo, y a unos contenidos actualizados al día es una gran suerte. Antes, para eso, había que ir a consultar los catálogos e inventarios en las bibliotecas universitarias. La Galería Diane de Polignac, como Inventozen, proceden de la misma energía y de la pasión que tenemos mi equipo y yo por el arte. Después de doce años, esta pasión sigue viva y dando sus frutos.

Diane con su hija©Mattia Bettinelli
“Acabamos de lanzar un nuevo negocio relacionado con el arte, un ‘software’ especializado en la creación de catálogos razonados e inventarios”, dice Diane, que, en la imagen, posa con su hija en uno de los salones.

REALIZACIÓN Y TEXTO: NANÁ BOTTAZZI

FOTOS: MATTIA BETTINELLI

VESTUARIO: ERMANNO SCERVINO, BRUNELLO CUCINELLI, ALBERTA FERRETTI, CHRISTIAN DIOR

JOYAS: ROBERTO COIN

DECORACIÓN FLORAL: FABRIZIO COCCHI

MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: LILIANA ROSETTA

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