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Amman: una capital llena de vida
El viaje suele empezar en Amman, la moderna capital de Jordania, conocida a lo largo de la historia como Rabbath Ammon y en los tiempos grecorromanos como Filadelfia. La ciudad es un activo centro comercial y administrativo con un gran número de hoteles, restaurantes, galerías de arte y museos. Amman está coronada por la Ciudadela, una colina con las ruinas del Templo de Hércules, el Palacio Omeya y una Iglesia bizantina. En este enclave, que posee más de 3.000 años de antigüedad, se encuentran numerosos restos arqueológicos romanos, otomanos y de otras culturas, que están siendo recuperados por especialistas. Una visita al lugar, sin duda, permitirá ver los diferentes restos de las antiguas civilizaciones que pasaron por aquí.
En el Palacio Omeya, arqueólogos españoles están recuperando los restos antiguos y poniendo en valor el interior en una restauración moderna y rigurosa, bajo los auspicios de la Agencia Española de Cooperación Internacional que lleva ya doce años trabajando en la zona.
También aquí arriba se encuentra el Museo Nacional de Arqueología, un recinto un poco destartalado que, sin embargo, alberga un precioso tesoro de todas las épocas, desde cráneos de Jericó de hace 6.000 años a obras de arte omeyas, incluyendo algunos de los manuscritos del Mar Muerto hallados en Qumrán. El orgullo del museo son tres estatuas de Ain Ghazal, de las más antiguas del mundo, datadas hace 6.500 años y con una sorprendente y moderna belleza.
Al pie de la Ciudadela se asienta el teatro romano con 6.000 plazas, muy bien conservado y donde se siguen celebrando obras de teatro y conciertos. Desde el propio teatro parten las calles principales que llevan al animado centro de la ciudad, a sus zocos y mercados, a las infinitas salas de té y a los restaurantes rápidos donde disfrutar de un hummus, un kanafa o un shwarma.
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