Las hoces del río Júcar: un paisaje de riscos y gargantas

En plena Mancha, el Júcar ha creado un paisaje de hoces y gargantas que recorren pueblos singulares, casas colgadas, restos de castillos árabes, leyendas de tesoros escondidos y viviendas excavadas en la propia roca.

Es difícil imaginarse que en plena Mancha, en esta llanura en la que sólo parece haber viñedos con alguna torre de iglesia en la lejanía, haya pueblos levantados sobre cortados. Pero los hay y, es más, la situación de alguno de ellos fue considerada peligrosa hace años por el Consejo de Castilla, que decidió su abandono en algunos casos.
Antiguas coplas que parecen escritas por algún sacristán hacen referencia a su ubicación: 'Valdeganga es la gloria, / Jorquera, el cielo; / Alcalá, el purgatorio; / Ves, el infierno.' Son los pueblos de La Manchuela, hecha de hoces y farallones de roca, de pueblos encaramados sobre un río, el Júcar, que ha creado las gargantas y los abismos de esta tierra que pudo ser loma o meseta y es un puro cortado con más vértigos que vides o girasoles.

La capital de la Manchela
Alcalá del Júcar es sin duda la localidad más famosa de toda La Manchuela. esa pequeña comarca que comprende los pueblos del barranco del río Júcar. Asentada en una ladera y coronada por su castillo, ha sabido conservar su antiguo aspecto, con calles adornadas con macetas de llores por donde no pueden circular los coches (conviene dejarlos antes de entrar, al otro lado del puente).
Visita obligada merecen las cuevas del Diablo, de Masagó y de Garadén, convertidas en atractivos turísticos con vistas al barranco después de haber excavado túneles de casi cien metros. Y es que esta es otra particularidad de Alcalá, el trabajo de algunos de sus habitantes que han horadado la montaña para ganarle espacio a la roca. Por algo los mejores picapedreros de todo Albacete han salido de aquí.