Un palacio de hielo
y nieve

El hotel permanece abierto hasta el mes de marzo, momento en que los renovados rayos solares de comienzos de la primavera lo derriten como si fuera mantequilla. Sin embargo, todos los años, se vuelve a construir, utilizando unas 11.000 toneladas de nieve y 350 toneladas de hielo, operación que dura unas cinco semanas. Naturalmente, y como bien podrá imaginar, los muebles y lámparas son de hielo, pero con la particularidad de que son esculpidos por artistas locales de la zona. Tan importante es el arte en este asombroso hotel que las paredes están cubiertas por relieves ‘helados’ y cuadros pictóricos.
Y si está pensando que dormir en una de sus habitaciones puede resultar ‘incómodo’, nada más lejos de la realidad porque las camas están equipadas con sacos de dormir árticos extendidos sobre cálidas pieles de corzo. Antes de dormir, puede tomar un relajante baño en el jacuzzi, mientras observa las estrellas y, a la mañana siguiente, un buen desayuno caliente, que se sirve en la habitación, para empezar de forma reconfortante el día.

Pero además de vivir una experiencia única en un hotel de estas características, su ubicación, en plena estación de Duchesnay, lo convierte en un lugar único para practicar cualquier deporte de invierno: desde el esquí (en todas sus modalidades), hasta divertidos paseos, ya sea en trineos tirados por perros, en motos de nieve o, simplemente, tranquilas caminatas ataviados con las raquetas de nieve.