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(Italia)

Nápoles: la seducción del Sur

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Pero hay otra opción más apetecible, sobre todo cuando la luz del sol empieza a declinar, que es dirigirnos hacia la Merguellina, ensenada a los pies de la colina de Posilipo, donde se puede admirar una bellísima vista de la bahía de Nápoles con el Vesubio, imponente y silencioso, dominándolo todo. Desde aquí la brisa parece susurrarnos al oído los secretos más profundos de la ciudad.
Una ciudad que también fue feudal y aristocrática como lo demuestra el llamado Castillo del Huevo y el Maschio Angioino (Castillo Aragonés), ambos impasibles al paso del tiempo. El primero se asoma desafiante al mar; el segundo, se alza orgulloso en medio de la caótica ciudad moderna, en plena Plaza del Municipio.

Y es que Nápoles se muestra de muchas maneras y desde muchos lugares. Coronando una colina y muy cerca del Castillo de San Telmo está la antigua Cartuja de San Martín, desde cuyos jardines se vuelve a obtener una impresionante panorámica: al frente, el mar azul, uno sol implacable y las islas de Capri e Ischia dibujándose en el horizonte, y a los pies... Nápoles.

El Castillo del Huevo se asoma desafiante al mar.

El Castillo aragonés se levanta en la Plaza del Municipio.

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