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Es la ciudad que tiene el alma dividida entre la apacible Buda y la vibrante Pest, en medio de las cuales discurre el mítico río al que sólo Strauss supo ver azul. Es también la capital termal, con hermosos balnearios decimonónicos en los que pasar la vida en remojo. Y es la reina de la noche alternativa en sus originales ruin pubs, esos edificios abandonados reconvertidos en bares de copas con una estética decadente. Todo esto es la capital húngara, sumado a una belleza arquitectónica difícilmente superable.

 

Budapest con otro punto de vista, más original y alternativo

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Hasta aquí lo más básico de Budapest. Pero muchos no saben que esta urbe tan histórica como vanguardista, tan solemne como divertida, es también un destino ideal para entregarse al arte de las compras. Para ello están sus coloridos mercados (en la imagen el mercado central), sus centros comerciales ultramodernos, sus prestigiosas boutiques de lujo y sus tiendas de creadores emergentes adscritas a rompedores conceptos. Emprendemos una ruta de shopping para todos los gustos y bolsillos.

 

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DE TODA LA VIDA 

Empecemos por los grandes clásicos, los productos que todo el mundo busca en un viaje a Budapest. Productos que, curiosamente, tienen que ver con el paladar, tal vez haciendo honor al gusto húngaro por la buena mesa. ¿El más popular? La paprika, una suerte de pimentón dulce, omnipresente en los platos caseros. Presentado en coquetas bolsitas, se trata de un recuerdo estupendo, tanto como el delicioso foie servido en tarrinas o el sublime vino Tokaji, tan arraigado al país que hasta se le menciona en el himno nacional. 

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Estas delicias (y otras muchas) tienen su hueco en el Mercado Central que, con su estilo historicista, se cuenta entre los más bellos de Europa. Emplazado al lado del Puente de la Libertad y conocido como 'la despensa de la ciudad', aquí no sólo encontramos toda la gama de alimentos posibles sino también otros productos típicos como las porcelanas realizadas a mano, los delicados artículos de cristal o las prendas con el llamado bordado de Matyo, famoso por sus diseños con patrones de hojas y flores.  

 

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AVENIDAS Y MERCADILLOS

Pero si hay una calle comercial por excelencia, esta es Váci Utca, la arteria peatonal que atraviesa el corazón de la ciudad y en la que, bajo majestuosas fachadas, se suceden las boutiques y los comercios tradicionales, las tiendas de souvenirs y los talleres de artesanía. Para las grandes firmas, mejor será recorrer los seis kilómetros de Andrássy, la elegante avenida que es algo así como una mezcla de Broadway con los Campos Elíseos.

 

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Más barato (y más peculiar) será rebuscar en los distintos mercados de pulgas que salpican el entramado urbano. Como el Ecseri Flea Market, un paraíso para los amantes de las antigüedades y los productos de segunda mano: desde cuadros hasta instrumentos musicales, pasando por muebles y joyas que hacen furor entre coleccionistas.

Y desconocido para el gran público, pero sumamente interesante es el mercadillo de Czakó (czakokert.hu) montado los fines de semana en la única bodega centenaria que sobrevivió a las guerras mundiales. Un lugar donde los productores de pueblos cercanos ofrecen bocados autóctonos como el pastel de amapola o los huevos de codorniz ahumados, junto a productos artesanos de elaboración minuciosa. Los domingos, además, el Szimpla Kert, el más famoso ruin pub de la ciudad (en la imagen), se convierte en una especie de rastro con puestos de todo tipo.

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JÓVENES DISEÑADORES

Como todas las ciudades modernas, también Budapest asistió (especialmente tras la caída del comunismo), a la proliferación de gigantescos centros comerciales, siempre atestados de gente. Algunos, como el Arena Plaza y el West End, son auténticos templos del ocio que incluyen cines con múltiples salas, pistas de patinaje y parques infantiles.

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Conviene, no obstante, salirse de las marcas de siempre en busca de pequeñas tiendas con personalidad propia. Es el caso de Valami Hazai (valamihazai.hu) cuya traducción viene a ser 'algo casero'. Porque lo que aquí se vende son productos elaborados por unos 50 artesanos locales, que aunque parecen decorativos son de uso cotidiano.

Muy exitosa es también Garden Studio (thegardenstudio.hu) de la diseñadora Dori Tomcsanyi. Una boutique que promueve el slow fashion, con diseños de pocas piezas a cargo de creadores emergentes y la reutilización de materiales para un uso sostenible. El local incluye, además, un café (en la imagen) donde degustar ricos platos veganos o, simplemente, sentarse en un sofá con toda la tranquilidad del mundo porque, como dice la autora de este singular espacio 'ya hay demasiadas prisas afuera'.

 

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