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BANCO DE CABO VIDIO, ASTURIAS

Muy cerca de Cudillero, a la altura de Oviñana, la punta rocosa del cabo Vidio es un lugar perfecto para contemplar acantilados de 70 metros de altura y los islotes del Paisaje Protegido de la Costa Occidental, sobre todo sentados cómodamente en el banco anclado en él. Mejor aún a la hora de ponerse el sol. Los días claros, desde lo alto podemos divisar otro cabo, el coruñés de Estaca de Bares. A los pies, el oleaje ha tallado la cueva de la Iglesiona, que solo se ve cuando baja la marea.

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BANCO DE CORRALEJO, FUERTEVENTURA

Al norte de la isla, en ese singular paisaje que es el Parque Natural de las Dunas de Corralejo, modelado a su antojo por el fuerte y constante viento que sopla en Fuerteventura, nos encontramos con este singular banco elevado sobre las dunas donde sentarnos a contemplar una bella vista de este espacio protegido, sinónimo de largas y bellas playas de area blanca y fina y aguas color verdoso que son el paraíso de los surferos. Lo que queda enfrente de nuestros ojos es la pequeña isla volcánica de Lobos, que queda a solo 15 minutos en barco y es una excursión imprescindible que nos tienta con sus senderos, su faro, sus fondos donde practicar snorkel o el pescado fresco que se sirve en el pequeño caserío de Puerto Lobos.

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BANCO DE AREAS, SANXENXO, PONTEVEDRA

Hasta 24 playas tiene Sanxenxo. Las hay para todos los gustos, pero nos fijamos en la de Areas, y no solo porque es de las más grandes de la capital turística de las Rías Baixas. Seduce por su aspecto natural, su arena fina, su quiosco y restaurantes a pie de playa, el sendero litoral que lleva hasta la punta Festiñanzo y la pasarela de madera que rodea sus dunas. Pero, también por el islote que se adentra en el mar, donde han situado este banco que mira de frente a la entrada de la ría de Pontevedra.

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ACANTILADOS DE BOLAO, TOÑANES, CANTABRIA

A mitad de camino entre Comillas y Santillana del Mar, Toñanes (Cóbreces) es el punto de partida para llegar a los impresionantes acantilados del Bolao, a los que muchos se acercan para buscar en ellos la cara de un indio y otros las localizaciones de la película Diecisiete, de Daniel Sánchez Arévalo. El premio al paseo, que deja atrás las ruinas de un viejo molino, el arroyo la Presa y una escalonada cascada de agua dulce, es sentarse en este solitario banco y pasar el tiempo viendo cómo se bate el mar contra las rocas.

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BANCO EN L’ESCALA, GIRONA

L’Escala tiene 7 kilómetros de playas y buena parte de ellos se pueden ir recorriendo, a pie o en bicicleta, por el paseo marítimo de Empúries. Tomando como punto de inicio el Museo de la Anchoa y la Sal se pasa por la playa del Riuet, luego la cala Pedrigolet, El Portitxol –con espectaculares formaciones rocosas–, Les Muscleres –frente a las ruinas de las ciudades griega y romana de Empúries–, Moll Grec, junto al muelle helenístico… El camino entre pinos se abre también a miradores privilegiados, como este banco frente al Mediterráneo.

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BANCO EN LOS ACANTILADOS DE LOIBA, A CORUÑA

Sobre los acantilados del municipio de Ortigueira está «El mejor banco del mundo». Fue una mano anónima quien talló esta frase en el banco que un vecino del lugar mandó colocar en este lugar y la repercusión fue tal que provocó fue un efecto llamada a nivel planetario. El sitio es privilegiado, porque sentados en él se observan, desde el plano más cercano, el islote horadado de Gavioteira y la playota de Coitelo, ejemplos del resto de 7 kilómetros de cantiles espumeantes que se suceden en este tramo de costa entre el cabo Ortegal y el de Estaca de Bares.

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