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No solo el país nórdico puede presumir de estos profundos y estrechos entrantes del mar en la tierra, ni son todos tan salvajes como los que se suceden en sus costas. En Islandia, Groenlandia, Escocia o Italia la geología ha dibujado muchos otros rodeados de paisajes y entornos únicos que podemos disfrutar de mil maneras.

 

FIORDOS OCCIDENTALES DE ISLANDIA

La belleza más salvaje de Islandia se esconde, porque pocos llegan hasta aquí, en el extremo occidental de la isla vikinga, una sucesión de fiordos flanqueados por montañas permanentemente nevadas y paisajes sublimes como los acantilados de Látrabjard, la cascada Dynjandi, la Reserva Natural de Hornstrandir o el fiordo de Grundar (Grundarfjörður), en la península de Snæfellsness, uno de los más espectaculares, con su entorno volcánico y el pueblo de pescadores que lleva su nombre.

 

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FIORDO DE FURORE (ITALIA)

Conducir por la Strada Statale 163 que recorre la Costa Amalfitana, uno de los tramos más espectaculares del Mediterráneo, es ir de sorpresa en sorpresa al doblar cada curva: acantilados de vértigo, viñedos y huertos de limones, mansiones abiertas al mar, espléndidas panorámicas y hasta ¡fiordos! El del colorido y artístico pueblo de Furore es, en realidad, una ría que penetra hacia el interior encajada entre altos farallones, de los que cuelgan viviendas y senderos tallados en la roca. Un puente a 30 metros de altura cruza el fiordo, que acaba en una minúscula playa que atrae irremediablemente cuando el sol se cuela entre las paredes verticales.

 

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ILULISSAT (GROENLANDIA)

Al fondo de la bahía de Disko está Ilulissat, la tercera ciudad más grande de Groenlandia y la que más visitantes recibe. Y todo porque se encuentra en la desembocadura del fiordo del mismo nombre, Patrimonio de la Humanidad, por el que salen al mar los icebergs del Jakobshavn, el glaciar más activo de todo el hemisferio norte. Ilulissat, por cierto, significa iceberg.

 

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FIORDO DE KOTOR (MONTENEGRO)

La bahía de Kotor es el mayor tesoro natural de Montenegro y de la Costa Dálmata y también el fiordo más extenso del sur de Europa, de unos 30 kilómetros de longitud, que esconde en su fondo a la ciudad que le da nombre. El mejor modo de descubrirlo es subirse a una de esas barcazas que desde la romántica Perast llevan a las minúsculas islas de Gospa od Skrpjela y Sveti Djordje.

 

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FIORDO DE ROSKILDE (DINAMARCA)

Además de Copenhague, la isla de Selandia contiene algunos de los parajes más bellos y significativos de Dinamarca y prueba de ello es que cuatro de los ocho lugares Patrimonio de la Humanidad daneses estén aquí. El primero, según se sale de la capital, en Roskilde, la ciudad situada al final del retorcido fiordo del mismo nombre. Los 41 kilómetros de este estrecho entrante del Kattegat hacen de él uno de los más largos del país, por el que se puede navegar en algunos tramos entre más de una treintena de pequeñas islas e islotes.

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FIORDO DE SCHLEI (ALEMANIA)

En otro tiempo, la entrada del fiordo de Schlei era territorio de los vikingos. Aquí estaba Hedeby, el que fuera un gran emporio comercial, hoy el lugar en el que se levanta la ciudad de Schleswig. Entre esta y la costera de Kappeln y Arnis se extiende este estrecho entrante del mar Báltico en la península de Jutlandia, al norte de Alemania. Dos puentes y dos transbordadores cruzan el fiordo, de unos 42 kilómetros, y parte de la región, que es parque natural.

 

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FIORDO DE FORTH (ESCOCIA)

Al norte de Edimburgo, el estuario del río Forth es, en realidad, un fiordo formado por el glaciar del mismo nombre en su camino al mar del Norte. En su entorno, numerosos lugares de interés, desde la aldea de Culross, al castillo de Blackness, pero también tiene islas, una reserva natural de aves marinas y los tres gigantescos puentes de acero que lo cruzan, los de Forth, Forth Road Kincardine.

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Y EN NORUEGA... GEIRANGERFJORD

Noruega es el país de los fiordos, pero si hay uno que deja impresionado es este profundo entrante de aguas azules próximo a la ciudad de Alesund. Rodeado de majestuosos picos, cascadas salvajes y una frondosa vegetación, que la Unesco lo haya incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad es una señal. Su entorno se presta para excursiones senderistas, montar en bici por las laderas de sus montañas y también para, desde un kayak, navegar por sus aguas.

 

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NAEROYFJORD (NORUEGA)

El brazo más bello del larguísimo y profundo fiordo de Sognefjord (el de los Sueños), forma parte, como el de Geiranger, del Patrimonio Mundial de la Unesco. La mejor forma de conocerlo es hacer un crucero por sus aguas entre Gudvangen y Flam –donde se puede enlazar con su famoso tren– contemplando las cascadas, picos e idílicas granjas encaramadas a las majestuosas montañas que enmarcan este entorno de naturaleza noruega.

 

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