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DORMIR EN UNA CABAÑA PASIEGA

El paisaje de los Valles Pasiegos, con prados verdísimos salpicados de cabañas que se pierden tras las lomas de las montañas, recuerda al de los Alpes suizos. Los pastores de estas tierras practicaban la muda, una especie de trashumancia en altura que los llevaba a desplazarse de cabaña en cabaña hasta lo más alto en busca de pastos para el ganado, y ahora en estas antiguas construcciones tradicionales pasiegas podemos alojarnos gracias a una familia de emprendedores y enamorados del valle que ha rehabilitado algunas de forma artesanal para convertirlas en alojamientos rurales con todo lujo de detalles (cabañasconencanto.com).

 

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COMER LAS MEJORES ANCHOAS DEL MUNDO

Más allá de ver su playa de Berria, descender al faro del Caballo al borde del acantilado, recorrer sus fortificaciones napoleónicas y contemplar sus marismas, a Santoña se llega buscando las delicias gastronómicas que salen del mar, sobre todo, la anchoa. Podemos ver cómo descargan los barcos que llegan con la pesca al que es el primer puerto pesquero de Cantabria, comprar en las tiendas un buen surtido de este manjar en conserva para llevarnos a casa, pero para conocer todo su proceso de elaboración artesanal lo mejor es visitar una de sus fábricas. En Conservas Emilia (conservasemilia.com) y Casa Santona (casasantona.com), además de recorrer sus instalaciones se degustan sus productos.

3/9 © Sobaos Joselín

APUNTARTE A UN CURSO DE SOBAOS

En los Valles Pasiegos, Selaya cuenta con una gran tradición en la fabricación artesana de sobaos y quesadas, como los que desde hace más de setenta años elabora el obrador Joselín (sobaosjoselin.com). Junto a él abre las puertas este moderno museo en el que podemos descubrir, a lo largo de sus dos plantas, la historia y los secretos de los dos dulces artesanos más típicos de Cantabria, pero, además apuntarnos a alguno de los talleres que organizan. Después, nada más tentador que pasar por su espacio de degustación y sentarse a merendar en su bar o en su terraza.

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PASEAR POR POTES, LA CAPITAL DEL TURISMO RURAL

La capital de la comarca de Liébana tiene motivos razonables para plantear una escapada siempre: es la puerta de entrada a los Picos de Europa a través del teleférico de Fuente Dé, en sus alrededores se encuentra el monasterio de Santo Toribio de Liébana, tiene una rica historia que se va descubriendo en sus callejuelas con caserones blasonados, sus puentes y sus torres medievales, un afamado cocido lebaniego, pero es que, además, es la Capital del Turismo Rural 2020. Y eso también tiene mérito.

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DEGUSTAR EL MEJOR COCIDO MONTAÑÉS

El plato más típico de Cantabria se distingue de otros cocidos porque, en vez de garbanzos, lleva alubias, berza y se sirve todo junto, en un solo vuelco, incluido el compango. Para probar el mejor hay que pasar por el bonito pueblo de Bárcena Mayor y reservar en La Solana (tel. 647 87 45 74), cuyo cocido montañés ganó la última edición de la Ruta de los Pucheros de Cantabria, y que se degusta como primer plato en su menú diario (15 €). Alabados también los siguientes en la lista: el del Mesón San Cripriano (tel. 685 05 48 02), en Mazcuerras y la Sidrería Cachopo (tel. 942 37 04 16), en Santander.

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SORPRENDERTE CON UN FARO DE COLORES

Los faros que conocemos son blancos, azules o rayados, pero el que irradia luz sobre el Atlántico desde el cabo de Ajo se desmarca y está pintado de colores. Desde que hace unos meses el artista cántabro Okuda creó en la torre una composición artística mural alusiva a la riqueza natural y a la diversidad cultural de la región se ha convertido en toda una atracción. Un lugar único en un emplazamiento idílico que contrasta con el paisaje del entorno y desde el que se puede contemplar una impresionante vista del litoral cántabro. La obra, en principio, tiene fecha de caducidad, dentro de 8 años volverá a ser monocromática.

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COMER EN EL ÚNICO TRES ESTRELLAS MICHELIN DE CANTABRIA

Formar parte del selecto club de restaurantes que lucen tres estrellas de la famosa e influyentes guía Michelin no es algo que sea por casualidad. En Cantabria este honor lo tiene en exclusiva el Cenador de Amós (cenadordeamos.com), que, desde hace más de 25 años, capitanea el chef Jesús Sánchez. Cenar en esta magnífica casona palaciega del siglo XVIII ubicada en la localidad de Villaverde de Pontones, a unos 20 kilómetros de Santander, no es algo que pase todos los días (sus menús cuestan 187 y 215 €), pero cuando se disfruta de su cocina de autor ligada a la tradición, la experiencia despierta todos los sentidos.

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VER CÓMO SE HACEN LOS QUESUCOS DE LIÉBANA

Desde época medieval, el valle de Liébana ha estado vinculado al queso, así que una fama de tanto recorrido tiene que ser merecida. Están los picones de Bejes-Tresviso, los quesucos y los de Pido y para dar buena cuenta de ello lo mejor será pasar por alguna de las más de una decena de queserías de la zona donde se elabora, como Río Deva (quesosriodeva.com) o Las Brañas de Pendes (queseriapendes.com).

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VIAJAR EN EL TIEMPO EN EL CASTILLO DE ARGÜESO

De Cantabria son conocidas sus playas, sus espectaculares parajes naturales, su patrimonio románico, pero son pocos los que conocen sus castillos y ¡los tiene! Los de Castro-Urdiales y San Vicente de la Barquera miran al mar desde lo alto de las villas marineras; el de Agüero, del siglo XIII, es la construcción más antigua de la zona, Santander es más un palacio y el del San Vicente de Argüeso vive nuevos tiempos como centro turístico y cultural de la comarca de Campoo.

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