1/8 © Shutterstock

AGAETE, GRAN CANARIA

Allí donde antes estaban las antiguas salinas de Agaete hoy hay unas piscinas naturales frente al océano cuyas aguas están a capricho del mar, porque es la marea la que llena o las vacía de agua. Los tres charcos, conectados por tubos volcánicos y protegidos del oleaje por singulares pilones a modo de almenas, lo tienen todo para un relajante baño mientras se contempla la costa acantilada del noroeste de Gran Canaria.

2/8 © Shutterstock

EL CALETÓN, TENERIFE

Sumergirse en las piscinas naturales de este enclave no solo permite disfrutar de la actividad oceánica, también contemplar durante el baño el casco histórico de Garachico, uno de los más bonitos de las islas Canarias, y toda la costa norte de Tenerife. Fue la erupción del volcán de Trevejo en 1706 la que ha dado forma a esta peculiar piscina de lava solidificada con entrantes de mar abierto con tranquilos charcos para toda la familia.

3/8 © Shutterstock

FUENTES DEL ALGAR, ALICANTE

El río Algar nace en la sierra de Bèrnia y, al pasar por Callosa d’En Sarriá, a 15 kilómetros de Altea, forma un paraje de cascadas, pozas límpidas, sotos y cañaverales que es el paraíso terrenal, incluso mejor, más apetecible, porque en sus orillas hay restaurantes para comer paella. En las Fuentes del Algar, que así se llama el lugar, existe un camino bien acondicionado de 1,5 kilómetros que permite subir y bajar por la orilla del río, asomándose a los saltos, alguno de más de 10 metros, y zambulléndose si apetece en los tolls o pozas. El agua está a 18 grados, que más que de montaña, parece de playa.

4/8 © iStock

GARGANTA DE LOS INFIERNOS, CÁCERES

Además de cerezos, el valle del Jerte tiene una garganta y unas pozas que son un tesoro, sobre todo, en verano, cuando se buscan lugares fresquitos para estar a remojo. En mitad de una zona boscosa que es reserva natural se descubren Los Pilones, una sucesión de pequeñas pozas unidas que el agua ha ido tallando durante miles de años en el duro granito y que terminan en tranquilas piscinas.

5/8 © Shutterstock

LA MACETA, EL HIERRO

En el municipio de Frontera, en el norte de la isla, se encuentra este conjunto de piscinas naturales de agua salada a la orilla del mar perfectas para disfrutar de un día en familia. Un rincón esculpido por la naturaleza junto al que hay una cómoda zona habilitada para tumbarse al sol.

6/8 © iStock

LAS CHORRERAS, CUENCA

En la serranía de Cuenca, el valle del Cabriel sorprende con un paraje natural de saltos y cascadas, rápidos y tramos de aguas tranquilas, cuevas y pozas de color esmeralda en el entorno de Enguídanos que parece una alucinación. «Instagrameable», que se dice. En torno a ellas se han dispuesto algunos tramos de arena para que el baño aún sea más idílico.

7/8 © Ayuntamiento de Llanes

GULPIYURI, ASTURIAS

Parece una piscina, pero en realidad Gulpiyuri es una playa. Eso sí, a 100 metros del mar. De ahí que este monumento natural de Asturias cause tanta perplejidad. Además de por su ubicación, también por su tamaño, su característica forma (una especie de semicírculo cerrado por detrás al mar y abierto por delante a los verdes campos) y el hecho de que no sea fácilmente accesible.

8/8 © iStock

POU CLAR, VALENCIA

De Ontinyent se conocen sus fiestas de moros y cristianos, pero no son muchos los que conocen su gran secreto: las piscinas naturales que el río Clariano ha creado en este precioso rincón de Valencia nada más nacer. Una sucesión de pozas de agua helada y cristalina que es un pequeño paraíso de interior. Para llegar a ellas hay que coger un desvío que sale entre Ontinyent y Bocairent.

Más sobre: