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COLMAR

Conocida como la Pequeña Venecia francesa, Colmar es un pueblo cargado de vida y alegría, con sus casas de colores con entramados de madera, sus tejados puntiagudos y las flores en sus calles y puentes bien recuerda a los pueblos germanos. Dada su proximidad a Alemania y a la larga historia de guerras y dominios, este pueblo de la Alsacia se mimetizó con sus vecinos, quienes levantaron la mayoría de edificios. El Museo Unterlinden, la Casa de las Cabezas y la catedral de San Martín son algunos de sus imprescindibles.

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EGUISHEIM

Enmarcado por suaves colinas de viñedos, Eguisheim es el pueblo que inspiró a los estudios Disney para crear la villa de la película La Bella y la Bestia. Su particularidad está en que sus calles empedradas están dispuestas en círculos concéntricos, protegidas, en otro tiempo, por una muralla y que van a parar a su castillo, en el mismo centro de la ciudad. Pararse a admirar sus plazas y fuentes se antoja como un plan tranquilo y placentero.

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TURCKHEIM

La magia en este pueblo comienza al cruzar el arco de entrada a la ciudad, conocido como la puerta de Francia. Nada mejor para descubrirlo que callejear y perderse por sus curiosos rincones. La iglesia de Santa Ana, La Grand Rue, La porte du Brand y Le Porte de Munster son algunos de los básicos a los que se debe prestar atención. Además, en las noches de verano podrás cruzarte con el sereno o veilleur de nuit haciendo su ronda, una tradición que se remonta a hacer más de 500 años.

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KAYSERSBERG

Situado en el corazón del valle de Weiss, Kaysersberg es uno de esos lugares que conquistan a primera vista, prueba de ello es que fue votado, en 2017, como el pueblo favorito de Francia. Para tener una vista completa de su conjunto medieval es preciso subir al castillo de Kaysersberg, desde donde observar, también, los viñedos y el valle de Rhin. Después hay que recorrer las calles del pueblo que vió nacer a Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz. Pasear por la plaza del ayuntamiento, detenerse a admirar la catedral, cruzar el puente fortificado que salva el río La Weiss o detenerse en alguna de sus pastelerías son algunos pasos a seguir.

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RIBEAUVILLÉ

De Ribeauvillé destaca su animada calle Mayor, el ayuntamiento con su arquitectura clásica, el bonito jardín Herrengarten y los restos de las tres fortalezas del siglo XII –Saint-Ulrich, Girsberg y Haut-Ribeaupierre– que custodian el pueblo. Para vivir el día a día de sus vecinos, nada como acudir los sábados al mercado que se celebra en la plaza del Ayuntamiento.

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RIQUEWIHR

Tierra de viñedos, Riquewihr es un bonito pueblo de la Alsacia en el que el tiempo parece haberse detenido. Su casco antiguo es peatonal, lo que hace aún más placentero pasear por sus coloridas calles. Dos museos en él merecen ina visita: el de la Comunicación y el Museo Hansi, dedicado al acuarelista Jean-Jacques Waltz.

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OBERNAI

A medio camino entre Colmar y Estrasburgo, Obernai es parada importante en la Ruta del Vino de Alsacia. Enclavado entre las montañas de los Vosgos y el Monte de Saint Odile, sus paradas imprescindibles llevan a Remparts, la zona mejor conservada de la muralla, la place du Marché y Puits Aux Six Seaux, la reconstrucción de uno de los pozos más bellos del Renacimiento. Para completar la escapada, nada como coger una bicicleta y recorrer el sendero vinícola de Schenkenberg, un circuito de 3,6 kilómetros para descubrir sus famosos viñedos.

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SÉLESTAT

Este encantador pueblo de la Alsacia se encuentra situado a orillas del río Ill, junto a la cordillera de los Vosgos. Conocido por su famosa biblioteca Humanista –Patrimonio Mundial por la Unesco–, Sélestat invita a un paseo por sus calles siguiendo las huellas de un león, piezas metálicas que representan el escudo de la ciudad y se encuentran incrustadas en el suelo en los lugares más importantes: la iglesia Sainte Foy, la Torre del Reloj, el edificio del ayuntamiento...

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