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VÉLEZ BLANCO

A Vélez Blanco la corona un imponente castillo de los Fajardo que es, además, uno de los símbolos patrimoniales de la provincia de Almería. Una joya del renacimiento castellano levantada sobre la primitiva alcazaba árabe en la que Boabdil, el último de los reyes nazaritas de Granada, pasó largas temporadas antes de entregar la villa a los Reyes Católicos. A su riqueza cultural también suma la cueva de los Letreros, en una de cuyas paredes puedes contemplar dibujada la silueta del Índalo, el símbolo que es el emblema de Almería.

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CANJÁYAR

A caballo entre sierra Nevada y Gádor, sorprenden en él sus casas señoriales, sus blasones o los bellos artesonados de algunas de sus iglesias, mezclados en un paisaje montañoso perfilado, también, por la presencia de viñedos y buenos miradores.

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BAYÁRCAL

Resume como pocos la esencia arquitectónica y cultural de la Alpujarra. Es un pueblo blanco, de calles y casas que se acomodan a la fisionomía de la montaña y casas, pero también de centenarios caminos que conducen hasta parajes de insólita belleza, algunos de los cuales discurren por el río Bayárcal, rico en pesca.

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BERJA

Solo le separan 14 kilómetros de la costa, pero Berja, a los pies de la sierra de Gádor, merece también atención. Primero por su patrimonio romano, con un anfiteatro, un acueducto y unos valiosos mosaicos, por sus barrios de Río Grande y Río Chico, su conjunto de casonas palaciegas y sus baños árabes. También por su santuario y la iglesia de la Anunciación, pero, además, por sus abundantes manantiales.

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LAUJAR DE ANDARAX

La capital de la Alpujarra almeriense es una fértil localidad donde además de su abrupta naturaleza, que regala idílicos parajes, como el área recreativa El Nacimiento, posee un casco urbano, estrecho y alargado delicioso. Especialmente sus barrios de la Alcazaba y del Calvario, con sus callejas empinadas y plazuelas abiertas al sol del mediodía, sus casas señoriales, su iglesia de la Encarnación y sus ‘pilares’, esas históricas y artísticas fuentes que son todo un alarde de buen gusto, especialmente la de los Cuatro Caños.

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OHANES

En pleno Parque Nacional de Sierra Nevada, Ohanes es un pueblo ejemplar. Y lo es, porque fue el primer municipio ecológico de Andalucía. Las razones son muchas, pero la más importante es su privilegiado entorno natural, que le otorga una rica biodiversidad de flora y fauna. Su respeto mediambiental también se traduce en cómo ha sabido conservar su arquitectura tradicional, en sus casas y calles encaladas que recuerdan su pasado morisco. Su plaza de Juan Cristóbal es un bonito mirador sobre la vega que lo circunda.

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SORBAS

La rareza geológica de sus alrededores han hecho de Sorbas un lugar de lo más interesante. Y es que sus cuevas, simas y oquedades de formas inverosímiles son el conjunto kárstico de yesos más importante de Europa. Pero, dejando a un lado su geología, Sorbas es un pueblo bonito abrazado al curso del río Aguas donde duques y marqueses levantaron en él fastuosas casonas, especialmente en la plaza de la Constitución y en su barrio antiguo, bordado por miradores que se asoman al barranco.

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LUCAINENA DE LAS TORRES

De lejos llama la atención su estampa blanca. De cerca, el exquisito cuidado de sus calles y fachadas encaladas, cuyos vecinos además de enjalbegar también decoran con flores de vivos colores que le otorgan esa imagen y ese aroma tan personal. Así se entiende que Lucainena de las Torres forme parte de la red de Los pueblos más bonitos de España. Su coto minero y su iglesia del siglo XVIII son dos joyas a descubrir.

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