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VESUBIO (ITALIA)

Corría el año 79 d.C. cuando la tierra comenzó a temblar en la región italiana de la Campania. El volcán Vesubio despertó de un pequeño letargo y comenzó a expulsar grandes cantidades de ceniza, gases y lava hasta ocultar completamente la ciudad de Pompeya, convirtiéndose en uno de los tristemente más célebres volcanes. Hoy sigue vivo, aunque nada hace que se le pueda temer. A su cresta se puede acceder después de una caminata que recompensa con increíbles vistas del golfo de Nápoles.

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YELLOWSTONE (EEUU)

El parque natural de Yellowstone no está lleno de geíseres, fumarolas y actividad termal porque sí. Bajo esta maravilla natural, hogar del oso Yogui, hay una caldera de magma enorme. Básicamente, Yellowstone es un volcán activo gigante.

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KILIMANJARO (TANZANIA)

Aun cubierto por una densa capa de nubes, el Kilimanjaro, la montaña aislada más alta del mundo, resulta espectacular. Parece un imposible, un macizo de nieves y hielo perpetuos en las proximidades del ecuador africano.

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EL ARENAL (COSTA RICA)

La imponente silueta del gran volcán de Costa Rica se hace omnipresente desde cualquier punto del distrito de La Fortuna, donde está enclavado. Aunque apagado desde hace unos años, el volcán y el parque natural al que da nombre brindan un montón de posibilidades para disfrutar de su naturaleza, desde hacer un tour por el lago Arenal, seguir los senderos de Las Coladas o del Cerro Chato, que regalan las mejores vistas del coloso, pero ninguna como la de sumergirse en las cascadas y aguas termales que manan a los pies del complejo Tabacón.

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MAYÓN (FILIPINAS)

Este cono perfecto que forma parte de la cordillera que se extiende al sur de la capital de Filipinas, de la que queda a trescientos kilómetros, es el volcán más activo del país. Por eso, se admira de lejos, en los últimos 40 años ha entado en erupción unas cincuenta veces, la última en enero de 2018.

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POPOCATÉPETL (MÉXICO)

Su nombre en lengua azteca significa el cerro que humea, aunque los mexicanos le llaman cariñosamente Popo. Y es que este estratovolcán que emerge del paisaje que lo rodea y al que se puede subir hasta alcanzar sus 5.426 m de altura, sigue aún en activo. Se encuentra a unos 70 kilómetros de México D.F. y tiene un hermano gemelo, Iztaccíhuatl.

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TIMANFAYA (LANZAROTE)

El insólito paisaje de Timanfaya parece salido de una película de ciencia ficción, aunque en realidad es un verdadero laboratorio natural donde estudiar el vulcanismo reciente en el grueso manto de lava y ceniza bajo el que quedaron sepultados los pueblos y fértiles valles del oeste después de las erupciones volcánicas ocurridas entre 1730-1736 y en el año 1824 y que modificaron drásticamente la morfología de la isla. Para comprobarlo nada como asistir al espectáculo geotérmino que los expertos realizan en el mismo Islote de Hilario.

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SNAEFELLNES (ISLANDIA)

La península de Snæfellsnes es una banda estrecha de tierra volcánica que culmina en un cráter cubierto de un glaciar, el volcán Snaefell. La montaña blanca mide más de 1.400 metros y se alza solitaria entre dos inmensas bahías. La novela de Verne Viaje al centro de la tierra ha aumentado su leyenda.

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ETNA (SICILIA)

Desde la cumbre del volcán activo más alto y más grande de Europa, a 3.340 metros de altura, esta mole domina la Sicilia oriental. Debe rondar los 500.000 años y a honores como haber sido glosado por Homero, Platón o Virgilio, suma el de haber esculpido los paisajes y las formas de vida de su alrededor como pocos otros volcanes lo hayan podido hacer en otras esquinas del mundo. Tanto es así que se deja explorar hasta sus mismísimos cráteres y en sus laderas se esquía en invierno.

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MONTE FUJI (JAPÓN)

Con sus 3.776 metros de altura, el monte Fuji es la imagen icónica de Japón. Un perfecto cono volcánico Patrimonio de la Humanidad, a cuya cumbre se puede subir por distintas rutas solo los meses de verano. Aunque es visible en los meses de invierno o días claros desde alguno de los miradores de la capital o desde más de cien kilómetros a la redonda, una de las mejores maneras de admirarlo es acercándose a alguno de los lagos que se encuentran en su base, como Kawaguchiko, con el monte como telón de fondo o remojándose en las calientes aguas de un onsen en Hakone con esas vistas.

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TEIDE (TENERIFE)

No hay nada más cerca del cielo en ningún otro lugar del país que la cima del Teide, a 3.718 m de altura. Durante el día ofrece las mejores panorámicas de un paraíso lunar. Por la noche, sin contaminación lumínica y con un cielo perfectamente despejado, es el punto de partida de un inolvidable viaje por las estrellas. Llegar a lo más alto no es un privilegio reservado solo a experimentados montañeros, un teleférico salva el tramo desde la estación base y luego una ruta a pie entre rocas volcánicas y fumarolas lleva hasta su cráter en 40 minutos.

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