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El lago más grande de Italia está en el norte, enmarcado por los Alpes y a medio camino entre Milán y Venecia, aunque más próximo a ciudades como Verona, Trento y Mantua. En algunos puntos, este alargado lago parece un mar tranquilo, en otros, un paisaje vertical desafiante. Lo cierto es que gustó siempre mucho a la aristocracia, primero por su microclima, pero también por sus aguas cristalinas y su exhuberante vegetación, y, especialmente, por los pintorescos pueblitos medievales que se asoman a él, en los que levantaron bonitas villas. Parece (y lo es) el lugar perfecto para unas vacaciones.

MALCESINE

Son 24 pueblos encantadores (además de 8 islas) los que toman asiento en el lago de Garda, pero lo que parece una opinión unánime es que el pueblo medieval de Malcesine es el más bello del entorno. Desembarcar en él es como hacer un viaje en el tiempo mientras se pasea por su casco antiguo de calles emepedradas y laberínticas y se llega a su encantador puerto. Enmarcado por el monte Baldo, al que se accede en funicular, disfruta de una de sus mejores panorámicas desde el castillo de Scaliero. 

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SIRMIONE

Poetas y escritores de todas las épocas han elogiado desde siempre este lago: James Joyce, Kafka… Pero el primero que quedó fascinado por su encanto fue el poeta latino Catulo, cuya familia tenía una villa en la coqueta Sirmione. Gusta de él su emplazamiento, en la punta de una estrecha península que se adentra en el lago; su casco antiguo, en el que sobresalen el singular castillo Rocca Scaligera y las iglesias de Santa Maria della Neve y de San Pietro in Mavino, pero también sus termas de Catullo y Virgilio, de aguas ricas en azufre, en las que uno puede sumergirse; las cuevas de Catulo, de época romana, y la piagga Giamaca, de transparentes aguas. 

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LIMONE SUL GARDA

Los atractivos de esta localidad perfumada por palmeras, olivos y limoneros, la más al norte de la orilla oeste del lago, es su pintoresco puerto, en torno al que fueron conformándose los bonitos edificios, sus templos y las estrechas callejuelas de su casco antiguo que ascienden las empinadas laderas del Dosso dei Roveri, y que cautivaron a personajes tan ilustres como Goethe e Ibsen. Desde la iglesia de San Rocco, por encima de la localidad, se puede disfrutar de una de sus mejores vistas. 

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RIVA DEL GARDA

Recoleta y con un bellísimo casco antiguo para recorrer sin prisas, Riva del Garda es la más septentrional del lago. Entre edificios de estilo clásico italiano y calles laberínticas se alcanza la amplia plaza III de Noviembre, en la además del palazzo Pretorio y el del Ayuntamiento se erige la Torre Apponmale, levantada para defender la ciudad y ahora un mirador de 34 metros de altura para contemplarla. Pero para contemplar también el antiguo castillo medieval de la Rocca, justo en la orilla del lago, y el Bastione, una fortaleza de forma cilíndrica, con excelentes panorámicas.

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DESENZANO

Al sur del lago di Garda, Desenzano es la más fiestera de los pueblos del lago, con una animada vida nocturna. Pero en ella, además, hay que desembarcar para conocer el puerto viejo, que es, como en la antigüedad, el corazón de la ciudad, rodeado de restaurantes. La catedral de Santa María Magdalena, el castillo, en la cima de una colina; y la villa romana, en pleno centro, acaparan la mayoría de atenciones.

CÓMO LLEGAR AL LAGO DI GARDA

El aeropuerto más cercano al lago di Garda es el de Verona, y el área de más fácil acceso es la zona sur, donde la ruta de trenes entre Milán, Verona y Venecia hace paradas tanto en Desenzano como en Peschiera. Para llegar a los otros pueblos, lo mejor es alquilar un coche o los ferrys que enlazan distintos puertos del lago. 

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