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AGUILAR (MUROS DE NALÓN, ASTURIAS)

A medio camino entre Muros de Nalón y Cudillero, esta playa que recibe el nombre del arroyo que desemboca en ella, pasa por ser una de las de arena blanca más hermosas de la costa occidental asturiana. Con todo tipo de servicios, no reside su encanto en lo inaccesible del enclave, sino en su ancha franja de arena, poco agobiada por la presencia de los acantilados y sus más de 600 metros de largo. También en el paisaje de peculiares peñas que asoman entre la arena y el mar. Entre las rocas se esconde una curiosa gruta erosionada llamada Palacio de la Cueva / © Shutterstock

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PLAYA DE ANTUERTA (AJO, CANTABRIA)

En la costa de Trasmiera, a unos 3 km del pueblo de Ajo, el gran atractivo de este arenal es que está encerrado entre acantilados, cuyo acceso ha de relizarse recorriendo unos 300 metros a pie desde la playa de Cuberris. 

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BALLOTA (LLANES, ASTURIAS)

En el concejo de Llanes, la de Ballota y Andrín son dos playas hermanas separadas ambas por el mirador de la Boriza, con unas vistas privilegiadas de la costa, y que forman además conjunto con el islote de Castro. La de Ballota es semiurbana, de arena fina y blanca y aguas con poco oleaje, pero cuando este se activa se puede ver un potente bufón llamado de Santa Clara soplando en ella. En pleamar, la zona de arena se cubre casi por completo dejando como resultado una playa de bolos y rocas / © Shutterstock

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GORLIZ (PLENTZIA, BIZKAIA)

Aguas tranquilas, arena dorada y fina… la playa de Gorliz es una de las más bonitas y también seguras del litoral vasco. Protegida por la bahía de Plentzia, con forma de concha, es un lugar excepcional para disfrutar del paisaje y también para la práctica de todo tipo de deportes. En la parte norte de la playa, en Astondo, se puede contemplar un fenómeno de alto valor geológico: las dunas petrificadas. Junto a ellas arranca un camino que asciende bordeando la costa y mediante varios tramos de escalera al faro de Gorliz. Al sur se encuentra la playa de Plentzia, unida con marea baja a la primera / © shutterstock

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ITZURUN (ZUMAIA, BIZKAIA)

Desde la ermita de San Telmo, asomada a la playa de Itzurun, uno no puede por menos que sentirse, en el verde entorno de Zumaia, a las puertas de un litoral único. Y así es, porque en los imponentes acantilados que envuelven este arenal rico en yodo –y continúan hasta Deva– se esconde un singular tesoro natural: millones de años de historia geológica escritos en sucesivos estratos rocosos que la acción continua del mar ha dejado al descubierto y que se conocen con el nombre de flysch / © Shutterstock

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LAIDA (MUNDAKA, BIZKAIA)

Ubicada en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la playa más grande de la ría de Mundaka es también una de las mejores playas del Cantábrico para la práctica del surf porque posee, según dicen, la mejor ola de izquierdas del mundo, que puede llegar a alcanzar los cuatro metros de altura, y eso es mucho para los amantes de este deporte que vienen desde muy lejos solo para cabalgar en su ola / © Shutterstock

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PLAYA DE LOS LOCOS (SUANCES, CANTABRIA)

Dicen que el curioso nombre de esta playa aislada de Suances le viene por un antiguo centro psiquiátrico que estaba situado frente al arenal, aunque hay quien asegura que los locos no eran otros sino los arriesgados jóvenes que se lanzaban desde el acantilado que la protege. 

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OYAMBRE (SAN VICENTE DE LA BARQUERA, CANTABRIA) 

Oyambre no solo encierra una amplia playa de arena blanca donde se funden la ría del mismo nombre y el mar Cantábrico y que los veraneantes de Comillas tienen como feudo propio, también es un Parque Natural compuesto por marismas y sistemas dunares. 

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SAN ROMÁN (O VICEDO, LUGO)

La playa lucense de San Román es de lo más fotográfica, por algo ha sido escenario de rodaje de películas. Es amplia, abierta, de arena blanca y fina, aguas bravas, fuerte oleaje y semi salvaje. A pocos kilómetros de Viveiro y con fácil acceso desde O Vicedo, cuenta con algunas dunas y las rocas dividen su casi kilómetro y medio en tres playas distintas. En ella se celebra una fiesta en el que se recrea un desembarco vikingo / © Shutterstock

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SILENCIO (CUDILLERO, ASTURIAS)

La luminosa playa del Silencio de Cudillero envuelve por su singular magnetismo. Su concha es cerrada, sin peligro, y las aguas son las más tranquilas de la zona, pero hay algo que la hace salvaje, rebelde. Quizá sea su localización dentro del paisaje protegido de la costa occidental, 35 kilómetros de acantilados agrestes donde se aprecia con claridad el origen silíceo del litoral. En un entorno rural, envuelta en una densa vegetación atlántica y presidiendo un paraje escarpado salpicado de islotes, el Silencio es, sin duda, una playa de exposición, más para ver que para bañarse en ella. 

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