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ALTEA

La imagen de esta localidad alicantina enclavada en una bahía es todo un emblema de la Costa Blanca. Se hace hueco entre el mar y la montaña y su encanto le viene dado por un casco urbano impecablemente blanco, en el que sobresale la cúpula azul y blanca de su iglesia parroquial, pero también por sus pequeñas y hermosas calas y playas y las terrazas de sus coquetos restaurantes donde por la noche se degustan los pescados que se subastan cada día en la lonja / © shutterstock

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DENIA

En el litoral alicantino, Dénia es un pueblo bonito pegado al mar, rodeado de un entorno de urbanizaciones diseminadas, y adornado con un castillo de factura musulmana –que por algo fue capital de un reino taifa árabe–, calles con encanto y un puerto en cuya lonja se puede asistir a la subasta del pescado. Muchos lo descubren cuando llegan a deleitarse con la gastronomía más vanguardista en el restaurante Quique Dacosta, tres estrellas Michelin.

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PEÑÍSCOLA

Más allá de las dos hermosas playas que la flanquean, que también, lo que hace que esta localidad castellonense sea una de las más bonitas del Mediterráneo se apiña en una pequeña península, cuyo istmo está hoy repleto de restaurantes. Es en ella donde toma asiento su casco histórico, empedrado, su ciudadela medieval protegida por una muralla y, en lo más, alto, el castillo templario que vio envejecer al Papa Luna / © Fondo fotográfico Castillo de Peñíscola

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VILLAJOYOSA

Conocido en la comarca de la Marina Baixa alicantina como La Vila, este pueblo de tradición pesquera y chocolatera abierto al mar tiene en el barrio del Arsenal una de sus más típicas imágenes, con las fachadas de las casas del antiguo barrio de pescadores pintadas de colores, que les servían para identificar desde lejos su casa cuando regresaban de faenar / © shutterstock

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XÀBIA

Desde el cabo de Sant Antoni (Xàbia) hasta el cabo Blanc (Teulada) se extiende un litoral accidentado y enérgico en el que las montañas se zambullen en el Mediterráneo creando un paisaje único de pequeñas calas de aguas transparentes y acantilados que superan los 150 metros de altura. Uno de los mejores miradores de este tramo del Mediterráneo es la Cruz del Portitxol (en la imagen).

 

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XÁTIVA

El imponente Castell preside Xàtiva desde lo alto, con sus imponentes murallas y torres. Es el mejor testimonio del lugar destacado que esta localidad valenciana ha ocupado desde siempre en la historia, que fue sede episcopal visigótica, llegó a ser la segunda ciudad del Reino de Valencia y cuna de renombrados personajes, como la familia Borja, que dio dos papas, o el pintor El Españoleto. Hoy su núcleo antiguo está declarado conjunto histórico artístico por el que callejear para ir descubriendo un espectacular catálogo monumental / © shutterstock

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CALPE

El peñón de Ifach, el acantilado más alto del Mediterráneo, vigila esta localidad que ha ido creciendo a ambos lados de la gran roca que también es una de las imágenes más conocidas de la Costa Blanca. Playas y calas de arena fina, las vistas desde el peñón, los restaurantes de su puerto pesquero y los vestigios del pasado en su casco antiguo son algunos de sus atractivos.

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