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Te invitamos a descubrir un recorrido increíble desde Punta Arenas hasta Ushuaia por los fiordos de Tierra de Fuego, a bordo del Ventus,  navegando territorio chileno y desembarcando la última jornada en Argentina. El itinerario atraviesa tierras vírgenes de la Patagonia que rememoran hitos de la exploración mundial, recorre el estrecho de Magallanes y alcanza el mítico cabo de Hornos, haciendo paradas para observar a la fauna o hacer senderismo por paisajes memorables. ¿Te apuntas? / Fotos:  © Lucas Vallecillos

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El moderno barco de exploración Ventus, operado por la compañía Australis, transita por aguas de leyenda, las del canal Beagle, donde bravos marinos consiguieron grandes gestas. Con paso firme y seguro, navega por un laberinto de islas, canales y fiordos, en torno al Parque Nacional Alberto de Agostini, para brindar la belleza de uno de los paisajes más vírgenes de la tierra donde no hay asentamientos humanos.

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Los pasajeros vuelven al barco en zodiac después de hacer senderismo en Bahía Ainsworth. Al fondo, la cordillera Darwin, que tiene más de 600 cuencas glaciares. Se extiende desde el monte Sarmiento al oeste, en el canal Magdalena, hasta el monte Bove, al este del canal Beagle, formando un intrincado conjunto montañoso cubierto por un manto blanco que dota a la bahía de una gran hermosura.

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Uno de los grandes atractivos del crucero por la Patagonia es la observación de fauna. El Cormorán Imperial (Phalacrocorax atriceps) es una de las aves más fáciles de ver durante el viaje. Sus nidos los elaboran con algas en las cimas de islotes que suelen ser inaccesibles. En Tierra de Fuego es una de las aves más comunes. Se caracterizan por tener un pico fino y alargado, con plumaje negro en el dorso y blanco en el pecho.

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Autorretrato en el Parque Nacional Alberto de Agostini, mientras el barco navega por las heladas aguas del canal Beagle. Subir a la cubierta para ver cómo transita la nave por parajes remotos, sobre un agua sembrada de pedazos de hielo desprendido de las laderas que modelan el canal, es una experiencia inenarrable que nos invita a imaginar como pudieron ser las travesías de los primeros marinos por estas inhóspitas aguas.

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Sin lugar a duda, el majestuoso glaciar Pía es una de las sorpresas más agradables de la travesía. Su estampa es asombrosa, con una pared de hielo sobre el mar con más de 100 metros de altura, que no evidencia que cada año retrocede 10 metros.

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Otro lujo que ofrece la ruta por los fiordos patagónicos es conocer de primera mano la flora de esta región, donde domina el bosque subantártico (en la imagen, la bahía Ainsworth) Una masa forestal también llamada andino patagónico, que se distribuye en los valles glaciares. Las tres especies más comunes en este bosque son: la lenga, el ñire y el guindo.

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El glaciar Romanche forma parte de la denominada Avenida de los Glaciares, en el brazo oeste del canal Beagle. Un paraje de gran belleza configurado por una serie de glaciares que cuelgan desde el vasto campo de hielo que cubre la cordillera Darwin. La mayoría de estos glaciares deben su topónimo a países europeos: Holanda, Italia, Alemania y Francia, en honor a la nacionalidad de los exploradores del SXIX que dibujaron los primeros mapas de la región.

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La bahía Wulaia, en la isla de Navarino, brinda una caminata muy interesante. Una senda remonta un atractivo paisaje de bosque subantártico, hasta llegar a un mirador que ofrece una panorámica asombrosa de toda la bahía. Junto al embarcadero, la compañía Australis ha habilitado una antigua estación de radio como punto de información, donde ilustrarse sobre los Yàmanas, una etnia asentada en este territorio desde hace más de 6.000 años que está apunto de extinguirse. Cristina Calderón, a sus 90 años, es la última Yàmana.

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Poner un pie en el faro del Cabo de Hornos, uno de los puntos más australes de la tierra habitado cada año por una familia, es saborear las mieles del fin del mundo. El modesto faro desafía el gélido viento huracanado que suele azotar estas costas para guiar a los navegantes que se atreven a surcar el estrecho de Drake y salvar el cabo de Hornos, considerado hoy en día el Everest de la vela.

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Ushuaia, ubicado en el canal de Beagle, es el punto final de la travesía por los fiordos en Tierra de Fuego. Tiene un interesante Museo Marino ubicado en un viejo presidio, y otro denominado Fin del Mundo. Deleitarse con la gastronomía local es una buena manera de cerrar el viaje. La centolla y la merluza negra de El Viejo Marino o el cordero patagónico en La Estancia pueden hacer que roces el cielo con el paladar.

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