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BOJNICE (ESLOVAQUIA)

Sería más oportuno durante el popular Castle Fairytale, el Festival de Música de Verano o el Internacional de Fantasmas y Espíritu, pero si no coincide, este castillo siempre es un imprescindible en Eslovaquia. El que se levantara en madera en sus orígenes, estuvo muchas veces en manos de reyes, hasta que en el siglo XVI pasó a las de la poderosa familia de los Thuzos, artífices de su reconstrucción renacentista. El ahora castillo romántico, escenario de rodaje de películas y también museo, es la joya de la ciudad de Bojnice / © shutterstock

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CASTILLO DE BRAN (RUMANÍA)

Construido en 1382 para defender la zona de la amenaza turca, siglos después, el castillo de Bran se convirtió en la residencia real de los reyes de Rumanía. Hoy es un museo abierto al público que contiene muebles, pinturas y recuerdos de su época como residencia real. Su perfil de torres puntiagudas, almenas y saeteras alimenta la idea de que se trata del castillo descrito en Drácula, la famosa novela de Bram Stoker. En el libro de visitas del castillo se multiplican las anotaciones con la misma pregunta: ¿Dónde está Drácula?

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CASTILLO DE CHENONCEAU (FRANCIA)

Siguiendo esa legendaria franja de agua que es el río Loira y recorre el valle al que da nombre, ennoblecido por reyes, van saliendo al paso un sinfín de castillos, entre los que el destaca el de Chenonceau, levantado sobre las aguas del río Cher. La visita al castillo también conocido como “de las damas”, ya que solo residieron en él mujeres, entre ellas Diane de Poitiers y Catalina de Medici, reúne valiosas obras de arte, entre ellas pinturas de Zurbarán y Rubens, jardines y los antiguos establos / © Atout France/ R-Cast

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CASTILLO DE CHILLON (SUIZA)

Es su romántico enclave lo que enamora a primera vista del castillo suizo de Chillon, estando como está este clásico de las postales suizas sobre un islote rocoso del lago de Ginebra. Ahí lleva desde que en el siglo XIII fuera construido por la Casa de Saboya. El que sirvió de inspiración para Jean-Jacques Rousseau y para Lord Byron ofrece un recorrido que lleva desde sus mazmorras hasta la atalaya, pasando por su capilla privada y sus estancias más nobles / © shutterstock

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CASTILLO DE CONWY (GALES)

Cualquier visita a la pequeña ciudad medieval de Conwy, en el noreste de Gales, tiene que comenzar por su castillo, ejemplo de las fortificaciones del rey Eduardo I de Inglaterra y en la que más dinero empleó. Construido sobre una roca, fue levantado como parte de un proyecto más amplio, que era construir una ciudad amurallada. De su pasado glorioso quedan sus patios y una docena de torres todavía en pie, pero también son visibles en él las consecuencias de las batallas de las que fue testigo y el paso del tiempo. Pese a ello, forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco / © shutterstock

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EILEAN DONAN CASTLE (ESCOCIA)

En una ruta por los castillos encantados de Escocia no puede faltar Eilean Donan Castle, la más icónica de todas las fortalezas escocesas. Y es que el perfil del baluarte del clan MacRae, a un paso de la isla de Skye, condensa en sus muros todo el misterio que puede evocar un castillo escocés. Inmortalizado muchas veces por el cine y la televisión, cuenta con un plus notorio: ¡su fantasma es español! Para ser exactos, un soldado del regimiento enviado hasta aquí en 1719 por el rey Felipe V y que pereció durante el bombardeo del fortín por barcos ingleses. Los que lo vieron aseguran que deambula con su cabeza bajo el brazo. Lo que no hay que perderse es el ocaso frente al castillo: recortado sobre las aguas del lago Alsh y el Duich, con la bruma dormitando sobre las montañas que lo rodean. 

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FREDERIKSBORG (DINAMARCA)

Hillerød tiene el honor de ser la ciudad donde se levanta el castillo más grande de Escandinavia. Un monumental edificio de ladrillo rojo y rodeado de un jardín que fue residencia real y ahora acoge el Museo de Historia Nacional, donde se contemplan un sinfín de objetos, pinturas, muebles y colecciones reales. La iglesia donde fueron coronados los reyes desde 1671 a 1840, la Cámara de Audiencias o la galería de mármol son sus estancias más sobresalientes. 

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HOCHOSTERWITZ (AUSTRIA)

El de Hochosterwitz es un castillo de cuento de hadas, una gran fortaleza aupada en una montaña de roca caliza en el estado austriaco de Carintia, que pasa por ser de las más importantes del centro de Europa. Al año 860 se remonta su historia, que relata que fue refugio de la población durante las invasiones turcas. Hay quien dice que Walt Disney se inspiró en este y el de Neuschwanstein para el castillo de la Bella Durmiente, tras la visita seguida a ambos. 

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HOHENZOLLERN (ALEMANIA)

A unos 50 kilómetros de la ciudad de Stuttgart, sorprende llegar a los alrededores de Hechingen Bisingen y descubrir en lo alto del monte Hohenzollern esta monumental fortaleza cuyos orígenes se remontan al siglo XI, aunque reconstruida varias veces tras distintos avatares y, desde el siglo XIX, con su actual aspecto neogótico inglés. Residencia real de monarcas prusianos y emperadores alemanes, la visita a su interior permite admirar objetos y tumbas reales y contemplar unas vistas espectaculares del entorno.

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KYLEMORE ABBEY (IRLANDA)

Connemara, en el condado de Galway, tiene en este impresionante edificio neogótico asomado al lago, rodeado de jardines y de una exhuberante naturaleza una de sus postales más conocidas. Fue construido como residencia familiar por un político y empresario inglés, aunque practicamente nunca llegó a ser tal. Fueron las monjas benedictinas que encontrar refugio en él huyendo desde Bélgica durante la Primera Guerra Mundial las que lo convirtieron en abadía y colegio para niñas en 1920. Además de la iglesia, se pueden visitar sus jardines victorianos, algunas salas y el mausoleo familiar / © Tourism Ireland

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CASTILLO DE NEUSCHWANSTEIN (ALEMANIA)

 En un idílico paisaje de los Alpes bávaros y colgado de un risco, el castillo alemán de Neuschwanstein, con sus torreones y su aire de cuento, es el más onírico y extravagante de los que mandara construir Luis II de Baviera, el rey loco. Una fantasía medieval ideada por el propio monarca, quien plasmó en él su visión romántica y lunática del mundo, amén de su amor por las óperas de Wagner, que inspiran en gran medida su decoración onírica / © Shutterstock

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CASTILLO DE WINDSOR (INGLATERRA)

Un viaje corto en tren desde Londres lleva al castillo de Windsor, el más grande y más antiguo habitado del mundo –desde Enrique I le contemplan casi mil años de historia–, y una de las residencias oficiales de la Reina, donde pasa la mayoría de fines de semana.  Escenario de algunas de las bodas de la Familia Real británica, entre ellas la próxima del príncipe Harry de Inglaterra y Megan Markle, está abierto al publico siempre que en la Round Tower no luzca el estandarte real. Su visita permite conocer los apartamentos de Estado, la capilla de St. George, la casa de muñecas de la reina María, además de la conocida Round Tower sobre el río Támesis, que, desde lo más alto, a 65,5 metros, permite disfrutar de unas vistas sin igual del castillo y del Gran Parque de Windsor, el valle del Támesis y el perfil urbano de Londres. 

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