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ENERO: AL PIRINEO

Patrimonio Mundial de la Unesco, los Pirineos Franceses son un destino invernal en mayúsculas, con cimas tan emblemáticas como Pic du Midi, Midi d’Ossai o Grand Tourmalet; el circo glaciar de Gavarnie; y más de 1.000 emblemáticas pistas de nieve y 15 spas con aguas que brollan a más de 30ºC en pleno invierno. Pero también ciudades fortificadas con encanto invernal, castillos, abadías, fuertes… ¿Puede haber mejor escapada para estrenar el año? © Les Pyrenees/Pierre Meyer.

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FEBRERO: RUTA POR EL LOIRA

Por acompañar el río de aguas tranquilas que la cicatriza, por sus ciudades –Nantes, Tours, Orleáns…–, pueblos con tanto encanto como Saint-Florent-le-Vieil, Le Thoureil o Lavardin, por un entorno declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y también por los más de mil castillos que rivalizan en belleza y opulencia y salpican este verde decorado –Chambord, Chenonceau, Villandry…– el valle del Loira merece una escapada. En bici, en coche, sobrevolando en globo sus meandros o alojándose en alguno de sus castillos, no hay una escapada más deliciosa y con más sorpresas. © Atout France/R-Cast.

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MARZO: EN BUSCA DEL AROMA DE LA PROVENZA

Con el estreno de la primavera nada mejor que una escapada a esta región paralela a la Costa Azul que cautiva por el aroma de sus campos de flores. Pero en la cuna del Chanel nº5 también seducen sus elegantes localidades, como Aix-en-Provence, la capital de la Provenza; Grasse, la del perfume; el pequeño pueblo fortificado de Saint Paul de Vence; y Éze, prodigio de la luz provenzal, la misma que embelesó a artistas como Renoir, Cézanne y Picasso.

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ABRIL: NAVEGANDO POR EL CANAL DE MIDI

Entre las escapadas más curiosas y divertidas para hacer en familia o con un grupo de amigos por Francia está la de navegar por su amplia red de canales y ríos manejando tu propio barco. A la hora de buscar un escenario idóneo, uno de los más apetecibles es el histórico Canal du Midi. Las embarcaciones son fáciles de llevar y no se necesita conocimiento previo, tan solo es necesario unas instrucciones previas. Pasar unos días en estas casas flotantes con todo lo necesario para instalarse a bordo y bajando a hacer excursiones en bici cuando uno deseee es una experiencia de lo más original. © MDLF/Catherine Bibollet.

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MAYO: CASTILLOS DE BRETAÑA

El de Fort_La-Latte, situado en un alto dominando el mar; el imponente de Fougères, que parece la recreación del Exin Castillos y hace soñar con viejas hazañas de caballeros; el de Josselin (en la imagen), una joya del Renacimiento bretón. Pero también el de Vitre, con su puente levadizo, o el de Suscinio, con una impresionante muralla y desafiantes torres, son algunos de los castillos congelados en otra época que se pueden enlazar en una ruta por esta región francesa. © Emmanuel Berthier.

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JUNIO: RECORRIDO DE VÉRTIGO POR LAS CALANQUES

El tramo de sinuosa y abrupta costa que discurre entre Cassis y Marsella parece obra de duendes. Es una sucesión de blancos y escarpados acantilados, conocidos como calanques, que se extiende a lo largo de 20 kilómetros y se precipitan a plomo sobre el mar azul. La caliza blanca contrasta poderosamente con el azul turquesa de unas aguas que llevan siglos batiéndose contra la roca. La zona es un paraíso de los amantes del submarinismo, de la escalada y el senderismo.

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JULIO: COSTA AZUL

Famosos deportistas, cantantes, actores y grandes fortunas alimentan que este destino siga desde hace décadas siendo uno de los más exclusivos del verano. En el puerto de los millonarios de Cap d’Antibes atracan sus yates y en Mónaco, Niza, Cannes o Saint-Tropez cumplen con el ritual de las compras. Para alojarse eligen las suntuosas mansiones de su propiedad o los privilegiados hoteles de lujo que se asoman a este tramo de costa entre la frontera italiana y la francesa Hyères. Pero para descubrir también, los pueblitos medievales que que, a tiro de piedra del mar, se suspenden por los cerros prealpinos: Éze, Mougins, Peillon, Roquebrune, Menton, St. Paul de Vence… contrapunto rural en el que la buena vida se mide con parámetros bien distintos.

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AGOSTO: POR LA GARGANTA DEL VERDÓN

En el límite entre la Riviera Francesa y la Alta Provenza, el río Verdon ha tallado un profundo desfiladero que rasga el paisaje y ha dado lugar a uno de los cañones más espectaculares de Europa. Sus 25 kilómetros son un paraíso natural que se brinda para disfrutar del senderismo, la escalada, descender por sus aguas en canoa y, por supuesto, para admirar desde las alturas. © Shutterstock.

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SEPTIEMBRE: POR LAS BODEGAS DE BORGOÑA

Si por algo es conocida la región de Borgoña es, más allá de su pasado histórico, de su excepcional patrimonio artístico y de la autenticidad de su gastronomía, es por sus vinos. Cuatro de sus zonas (Colina de Corton, Colina de Montrachet, Dijon Côtes de Nuits y el viñedo de Chablis) están dentro del sello de calidad Vignobles & Découvertes, que se concede en toda Francia a destinos con vocación vinícola, donde pasar unos días visitando bodegas, haciendo catas y degustaciones o conociendo museos del vino.

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OCTUBRE: CÓRCEGA

Mar en estado puro, doscientos kilómetros de playas de arena blanca y aguas cristalinas prácticamente vírgenes, pero también fragantes bosques de pinos salpicados por lagos color esmeralda y encantadores pueblos fortificados –como el pintoresco Bonifacio (en la imagen), un capricho rocoso colgado sobre el mar–, decoran la isla más verde del Mediterráneo y también la que vio nacer a Napaleón. Aquí mar y montaña se funden en poderosa armonía.

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NOVIEMBRE: LA MAGIA NAVIDEÑA PARISINA

Viajar a la ciudad del Sena en esta época es especialmente mágica. Se hace más patente que nunca porque la ciudad de la luz se adorna con sus guirnaldas, su iluminación de colores, sus arbolitos gigantes, sus pesebres y ¡hasta de nieve! De la Torre Eiffel a los mercadillos navideños, de los Campos Elíseos a la catedral de Notre Dame, todos sus rincones se llenan de luz estos días.

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DICIEMBRE: NAVIDAD EN ALSACIA

Alsacia es la región más pequeña de Francia y en Navidad una de las más bellas por la tradición de sus mercadillos. Como las distancias son cortas, se puede disfrutar en pocos días de los de muchos de sus pequeños pueblecitos y también del de Estrasburgo, el más antiguo de Francia, que data de 1570. El de Colmar (en la imagen), un lugar de cuento, o el de Mulhuose son también muy recomendables.

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