1/5

BRIGHTON (a 85 km / 50’ en tren) 
Dicen que esta localidad costera es la más divertida de Inglaterra, abanderada de lo irreverente y lo atrevido. Su animación nocturna se encuentra casi a la altura de Londres (aliñada con el mar) y el Orgullo Gay, que se celebra a finales de agosto, es ya una referencia mundial. Incluso en invierno, nada puede sentar mejor que una escapada a esta ciudad para pasear por su playa de guijarros, divertirse, en el Brighton Pier, el único parque de atracciones emplazado sobre un muelle o maravillarse con el excéntrico Royal Pavilion, un edificio de estilo neo-oriental e inspiración india que supone toda una atracción. También es el lugar donde entregarse al vicio de las compras, que para eso las refinadas Lanes o callejuelas del casco histórico aglutinan las tiendas de primeras marcas, las joyerías y los restaurantes chic, mientras que la bohemia se concentra en The North Lane, el barrio alternativo y new age: tiendas de ropa de segunda mano, puestos de comida orgánica, artistas callejeros…

2/5

BATH (a 171 km / 90’ en tren)
En el extremo opuesto a la locura anterior, esta ciudad del suroeste se presenta elegante, señorial, exquisita, con una coqueta arquitectura georgiana, maravillosamente conservada, por la que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Bath evoca el ambiente refinado de las novelas de Jane Austen, su hija predilecta. Con sus mansiones palladianas, con su piedra de color miel y con el fotogénico puente sobre el río Avon, animado siempre por músicos callejeros, destila un halo romántico, un encanto de postal. Nada extraña que sea una de las ciudades más visitadas de Gran Bretaña. La Abadía, el Theatre Royal y la plétora de museos que jalonan la ciudad proporcionan entretenimiento cultural. Pero no hay que perderse The Royal Crescent y The Circus, las joyas de la corona. Ni tampoco el complejo de termas del tiempo de los romanos, con su balneario, en pleno corazón de la ciudad.

3/5

STONEHENGE (a 156 km / 90’ en tren)
El yacimiento prehistórico más famoso de Europa pervive envuelto en misterio. De su famosa estructura megalítica, ese círculo pétreo que se alza, solitario, sobre una verde llanura no se sabe ni la función que cumplió ni quién lo levantó (su construcción se ha atribuido a romanos, sajones, daneses, el mago Merlín, los druidas y las primeras comunidades agrícolas de Gran Bretaña). Sí se cree que comenzó a ser construido hace unos cinco mil años y que se desarrolló a lo largo de unas ochenta generaciones. Por todo ello, su visita desde Londres puede ser una opción muy apreciada para quienes gusten de los enigmas. Situado en la planicie de Salisbury, en el condado de Wiltshire, Stonehenge es una reliquia de la Edad del Piedra que merece la pena conocer, especialmente con la caída del sol, cuando se vuelve más melancólico si cabe.

4/5

OXFORD (a 92 km / 90’ en tren)
La ciudad cuyo nombre está irremediablemente asociado a la excelencia académica es mucho más que el hogar de la mejor universidad del mundo. Estratégicamente situada en la confluencia de dos ríos, su encantador casco histórico caracterizado por los chapiteles, sus silenciosas praderas y la atmósfera solemne que le confiere el ser un importante epicentro del saber hace de ella el destino perfecto para una excursión. En Oxford no hay que perderse un paseo en batea por sus cauces fluviales, el Museo de Historia Natural, el Jardín Botánico, el Puente de los Suspiros… y por supuesto, la ruta universitaria con el Christ Church, el college que alberga una catedral en su interior; la Cámara Radcliffe, que es una sala de lectura de la Biblioteca Bodleiana;  y la University Church of St Mary the Virgin, que es el centro a partir del cual creció la magna institución, cuya torre del siglo XIII ofrece la mejor panorámica. 

5/5

ISLA DE WIGHT (a 160 km/ unas 3 horas en tren y ferry)
Aunque hará falta, al menos, echar una noche o dos, este popular destino entre los británicos hace también las delicias de los viajeros ávidos por escaparse un poco de la capital londinense. Porque en esta pequeña isla del sur, muy pegada al litoral, más de un tercio ha sido declarado zona de paisaje excepcional, con 800 km de senderos y 99 km de carril bici. Dicho esto, la naturaleza es la mejor de sus bazas, especialmente en lo que se refiere a sus playas solitarias con la máxima expresión de Needles, el escenario más fotografiado: tres rocas que emergen del mar formando una línea perfecta desde la costa. Más allá de sus paisajes, existen localidades apacibles como Newport, la capital, o Shanklin, un pintoresco pueblo. Y monumentos como Osborne House, donde falleció la reina Victoria.

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