48 horas en… Lisboa o cómo vivir un sueño atlántico
Puede que sean sus entrañables tranvías, o esa inmensa luz marítima que lo invade todo. Quizá el romanticismo de sus palacios desvencijados, el ambiente popular de sus barrios laberínticos o el recuerdo de las hazañas ultramarinas. Hay algo intangible en la capital lusa: un estado de ánimo que contagia al visitante.
Alfama es el barrio más antiguo de la ciudad. Un laberinto de
callejuelas flanqueado por la catedral y el castillo de San Jorge que
podemos recorrer en su famoso tranvía número 28.
Fachada de la Catedral de Lisboa.
Casa do Fado e da Guitarra Portuguesa en Lisboa. Foto: Jose Manuel.
Clube de Fado, junto a la catedral, una de las casas más clásicas del fado.
Plaza del Rossio, centro neurálgico de Lisboa.
Panorámica de La Baixa, una de las zonas más populares de compras en Lisboa.
El puente 25 de Abril en Lisboa recuerda con su perfil al famoso Golden Gate de San Francisco.
Mirador de Santa Catalina, Lisboa.
La Torre de Belém, uno de los monumentos más significativos de la ciudad.
Detalle del la fachada de la Torre de Belém, uno de los ejemplos más bonitos de arquitectura manuelina en la ciudad.
No hay que abandonar la ciudad sin probar sus famosísimos pasteles de nata. La Casa dos Pasteis de Belém (pasteisdebelem.pt/es) es sin duda uno de los clásicos donde muchas veces tendremos que esperar colas para adquirir este manjar.
Detalle de la excepcional fachada del Monasterio de los Jerónimos en Lisboa.
Panorámica nocturna del Monasterio de los Jerónimos.
Terrazas en Chiado, Lisboa.
El Mercado da Ribeira es un buen lugar para adquirir artesanía y productos gastronómicos.