Una vez más Jenna Ortega demuestra por qué se ha convertido en una de las figuras más influyentes del cine y la moda contemporánea durante su aparición en el Festival Internacional de Cine de Marrakech.
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La actriz es conocida por su presencia magnética y por una sensibilidad estética que equilibra rebeldía y sofisticación. Esta vez, llegó a la alfombra roja envuelta en una silueta de Dolce & Gabbana con la que robó miradas y automáticamente se posicionó como una de las invitadas mejor vestidas.
La silueta en que envolvió su figura
Lo primero que llamó la atención fue la frescura del vestido: un diseño que en blanco suave y con un acabado satinado, una paleta que rara vez vemos en Jenna, quien suele inclinarse por negros profundos, rojos intensos o cortes más estructurados y sombríos.
En Marrakech, sin embargo, apareció transformada. El look apostaba por una estética etérea que contrastaba delicadamente con su personalidad artística más oscura, creando una imagen inesperada, casi cinematográfica, que capturó a fotógrafos, críticos y asistentes.
La actriz vistió una silueta de Dolce & Gabbana misma que tenía movimiento impecable que respondía a cada paso de la actriz daba. El vestido de caída ligera tenía un corte halter y un escote profundo en la espalda. Con él, parecía como si Jenna flotara en su paso por la alfombra roja. El cuello alto del vestido realzaba sus facciones y le otorgaba una aura de modernidad clásica. El escote delicado y la estructura suave acentuaron su figura sin recurrir al dramatismo, haciendo que su look evocara una feminidad elegante y casi angelical.
El beauty look de Jenna
El maquillaje de Jenna reforzó este halo angelical con el que pisó el evento. El peinado completamente liso y con efecto espejo enmarcaba su rostro de una forma suave, sin rigidez. Este se mantuvo en tonos tierra y luminosos, priorizando la piel luminosa, con labios rojos y una mirada ligeramente marcada, pero perfecta para mantener la misma línea de estilo por la que apostó con su vestido.
La elección de este estilismo también marca un momento interesante en la evolución de Jenna Ortega como ícono de moda. Mientras muchos la asocian a estéticas góticas o más experimentales, este look revela una versión más madura y expansiva de su estilo. Jenna no abandona su identidad, pero demuestra que puede malabarear con fluidez entre registros visuales completamente distintos sin perder fuerza ni coherencia.
En un festival que celebra la diversidad cultural, la fuerza del cine y el diálogo creativo entre países, Jenna aportó un mensaje visual poderoso: la elegancia contemporánea puede ser suave, minimalista y profundamente evocadora. Su look de Dolce & Gabbana no solo destacó por su belleza, sino por la capacidad de mostrar una nueva faceta de una actriz en pleno ascenso, cada vez más segura, más versátil y más luminosa.
