Entre tantos cambios de directores creativos en la industria, a veces parece complicado seguir la pista de lo que cada uno está proponiendo. Glenn Martens, quien recientemente fue nombrado sucesor de John Galliano en Maison Margiela, no ha dejado de sorprender.
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Mientras todos esperan con ansias su primera entrega para esa casa, el diseñador belga sigue marcando pauta en Diesel, marca de la que lleva más de cuatro años al frente y con la cual ha sabido romper esquemas. Su propuesta para la temporada primavera/verano 2026 no solo destacó por las piezas, sino por la forma tan ingeniosa y disruptiva en la que decidió presentarla.
Una experiencia que va más allá de la pasarela
La presentación tuvo lugar en el marco de Milan Fashion Week, escenario donde las grandes firmas de moda revelan sus apuestas más recientes. Lo habitual en estos casos suele ser un desfile tradicional, un formato de pasarela íntima para insiders, o en algunos casos, un lookbook digital como el que Demna Gvasalia eligió para debutar en Gucci. Sin embargo, Martens se alejó de lo predecible para dar un golpe de frescura: diseñó un plan que convirtió la colección en una experiencia colectiva y pública.
El concepto fue una Egg Hunt —una búsqueda de huevos gigante— que transformó las calles de Milán en un tablero de juego inesperado. La idea no solo rompía con la narrativa elitista y exclusiva que suele rodear a la moda, sino que además invitaba al público general a descubrir la nueva entrega en igualdad de condiciones que los expertos.
“Esto es Diesel para la gente”
Con esa frase, Martens dejó claro el espíritu de la propuesta: “Una colección que el público descubre al mismo tiempo que el resto. La moda es un juego y nosotros lo jugamos: todos pueden estar en primera fila. ¡Sigue las reglas y luego rómpelas para una vida exitosa!”.
La dinámica fue tan literal como sorprendente: Martens colocó 55 huevos gigantes alrededor de Milán. En el interior de cada uno se encontraba un look de la colección, presentado en vivo por modelos que permanecían dentro de estas cápsulas transparentes. El efecto era hipnótico y completamente inesperado: cualquiera que pasara por ahí podía ser testigo privilegiado del universo Diesel.
Una radiografía de las prendas
Más allá del espectáculo, la colección en sí mantuvo el sello experimental que caracteriza al diseñador. Cada pieza jugaba con cortes poco convencionales, colores desgastados y acabados que parecían trabajados al revés, como si fueran una radiografía del proceso textil. Martens apostó por la deconstrucción y por la idea de mostrar lo que normalmente permanece oculto: costuras expuestas, tejidos teñidos de manera irregular y estructuras que parecían pensadas para sorprender desde cada ángulo.
La propuesta no solo consolidó a Glenn Martens como una de las voces más originales de la moda contemporánea, sino que también reforzó el mensaje de que la moda puede ser un acto lúdico y democrático. Diesel, bajo su mando, ha pasado de ser una firma de denim icónica a convertirse en un laboratorio creativo que invita a la gente común a sentirse parte de un movimiento global.
En un mundo en el que la exclusividad sigue marcando la pauta, Martens recordó que la moda también puede ser un juego compartido. Y en Milán, todos —insiders o no— tuvieron la oportunidad de sentarse en la misma front row imaginaria que Diesel diseñó para ellos.