Hay mujeres que pasan por una ciudad y la mejoran. Otras pasan por una cultura y la enriquecen. Pero muy pocas logran algo todavía más complejo: quedarse para siempre en el corazón de ambas. Adrienne Arsht es una de esas mujeres.
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Este año, cuando entre a su casa —el Arsht Center— para acompañarnos en la celebración de Latina Powerhouse Top 100, la veremos como lo que siempre ha sido para la comunidad latina: una fuerza generosa, una visión valiente, una mujer firme que abre caminos y construye futuro. Pero esta vez, el aplauso tendrá un sentido aún más íntimo, porque celebraremos lo que Adrienne es ya, de manera irrevocable: una Latina de Corazón.
Ese reconocimiento cobra aún más fuerza cuando recordamos la huella que Adrienne ha dejado a lo largo de su camino, desde su llegada a Miami hasta su vida actual en Washington, D.C. Su pasión por la comunidad latina no ha sido un gesto aislado ni un capítulo pasajero: se ha expresado una y otra vez en sus decisiones, en su presencia cercana y en esa manera tan suya de conectarse con nuestra cultura con un cariño auténtico.
Adrienne nació en Wilmington, Delaware, Estados Unidos. Sin embargo, fue en Miami donde encontró mucho más que un nuevo reto profesional: encontró una forma distinta de mirar la vida. Lo que empezó como un descubrimiento personal pronto se convirtió en un compromiso de vida. Porque Adrienne no solo se dejó tocar por Miami; decidió retribuirle todo lo que había recibido.
Cuando llegó a Miami en 1996 para dirigir TotalBank, un banco comunitario, notó de inmediato que la mayoría de los clientes, usuarios y empleados eran hispanos. Años más tarde, al vender el banco en 2007, sintió que lo correcto era devolver a la ciudad y a su gente una parte de lo que le habían dado. “Me pareció apropiado donar 30 millones de dólares al Centro de Artes Escénicas que beneficiaría a la gente de Miami”, recuerda. Fue una apuesta monumental que no surgió del cálculo, sino del agradecimiento. “Después de todo, para que una ciudad sea verdaderamente global, debe contar con un centro de artes escénicas de clase mundial”.
Con esa convicción, el Adrienne Arsht Center no tardó en convertirse en un símbolo. “Un centro de artes escénicas le da un valor extraordinario a una ciudad”, explica Adrienne. “Las artes sostienen a la humanidad y definen una civilización”. Y en Miami, esa idea encontró su escenario perfecto.
El impacto fue inmediato. Lo que antes era una zona en transformación se convirtió en un epicentro cultural. Un espacio abierto para niños, jóvenes y familias enteras; un hogar para artistas locales —muchos de ellos latinos— que finalmente encontraron un lugar que los veía, los celebraba y los impulsaba. Hoy, el Arsht Center es uno de los motores culturales más importantes del país: no sólo dicta el paso la vida artística de Miami, sino que la proyecta al mundo.
El arte como casa, identidad y futuro latino
Para Adrienne, las artes son mucho más que entretenimiento. Son un espejo colectivo y un lenguaje sin fronteras. “Un centro de artes escénicas tiene la responsabilidad de traer voces, canciones y obras de todas partes del mundo a la comunidad”, afirma.
Desde esa mirada, entiende con claridad el valor de la comunidad latina en Estados Unidos. “Llegué a Miami en 1996 y vi cómo la cultura, la música y las artes latinas eran tan vitales y representaban tan bien a la comunidad. Desde Celia Cruz hasta Gloria Estefan, Juanes, el jazz afrocubano, Carlos Vives, el flamenco, Pitbull y Bad Bunny. Ahora, más comunidades están siguiendo esa misma lista de reproducción. En aquel entonces, cuando viajaba ocasionalmente al norte, le decía a la gente: ‘Miami es el futuro hoy’, y ahora digo: ‘Miren a su alrededor… claro que lo es’”.
Esa comprensión no nació a la distancia. Nació del contacto diario, de abrazar costumbres, sabores y ritmos con una cercanía entrañable: “Entender lo que significa el ‘tiempo latino’, tomar cafecito por la mañana y por la tarde en el banco, celebrar Nochebuena y comer lechón hecho en la Caja China (caja para asar cerdo), y vivir el desfile de Día de Reyes en la Calle Ocho, todo eso formó parte de mi camino para convertirme en una latina honoraria”.
Nació también de amistades profundas con artistas como Gloria y Emilio Estefan, y de encuentros que ampliaron su mirada —como trabajar con Juanes o Gustavo Dudamel. En ese tejido de memoria y afecto, Adrienne se volvió parte de nuestra historia cultural.
“El impacto de la cultura latina en las comunidades es un mensaje escrito en letras grandes”
Una mujer que expande el significado de la palabra legado
En Latina Powerhouse Top 100 celebramos a quienes, con su liderazgo, sostienen comunidades, abren caminos y crean futuro. Adrienne Arsht pertenece a ese linaje: mujeres que no solo construyen, sino que elevan.
Su aportación no es solo un edificio ni una cifra generosa. Es un mensaje. Una convicción profunda de que el arte debe llegar a todos, sin importar idioma, origen o condición. De que la cultura es un derecho y una responsabilidad. Que una comunidad florece cuando puede verse reflejada en su propia grandeza. Como ella misma lo resume: “El impacto de la cultura latina en las comunidades es un mensaje escrito en letras grandes”.
Por eso, recibir el Premio Latina de Corazón no es un homenaje simbólico. Es el reconocimiento sincero de una comunidad que la adoptó, que la abrazó y que hoy la celebra como una de las suyas.
El pasado 1 de diciembre, bajo las luces del Arsht Center y en plena Semana del Arte, Adrienne fue homenajeada en la primera gran gala de Latina Powerhouse Top 100. Una noche de orgullo y celebración, pero también una pausa necesaria para reconocer que su legado ya vive en cada rincón de Miami: en sus escenarios, en sus artistas, en sus familias, en el pulso mismo de la ciudad.
Porque Adrienne Arsht hizo algo que solo logran las verdaderas visionarias: convertir la cultura en un hogar. Un hogar donde todos —pero especialmente los latinos— encuentran identidad, memoria, inspiración y pertenencia. Adrienne Arsht es, y será siempre, una Latina de Corazón.