Con el paso de los años, Mía Rubín Legarreta ha podido abrirse paso en el mundo del espectáculo. Como actriz y cantante, la joven hija de Andrea Legarreta y Erik Rubín ha dado muestra de su ímpetu y amor por los escenarios, aunque confiesa que no ha sido fácil enfrentar las críticas y las opiniones negativas sobre su persona. Precisamente, Mía reconoce que existe un antes y un después en su vida, cuando al tomar la decisión de aparecer en el programa Juego de Voces, el reality musical de Televisa, enfrentó la enorme exposición mediática, la cual la sumergió en la que considera su primera crisis de ansiedad que la hizo sentir aterrorizada a tal grado de autosabotearse.
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Mía Rubín, el duro golpe de la fama
Sincera en todo momento, Mía concedió una entrevista para el podcast llamado La Barra de Santiago, de Santiago Vizl, espacio en el que recordó su paso por el programa Juego de Voces, en donde todo cambió para ella a partir de ese momento. “Ahorita que estuve en Juego de Voces ahí es donde de verdad sentí que me sacaron de mi cajita de cristal. Siento que desde ahí me sentí expuesta a una infinidad de comentarios tanto positivos como negativos, entonces recibí comentarios muy feos, de cómo me movía en el escenario, que caminaba como gacela, que hacía sentadillas y hubo un punto en verdad yo no me podía parar en un escenario y no sentir terror y miedo…”, expresó.
Sensible y con la voz entre cortada, la joven intérprete evocó ese instante en el foro de televisión en el que todo parecía derrumbarse. En ese sentido, su percepción también la llevó a forjar una severa conclusión; las críticas hacia su persona la habían rebasado. “En ese programa por primera vez experimenté un ataque de ansiedad por miedo a no hacer las cosas perfecto, por estar enferma. Tampoco era una canción tan difícil, yo sabía que podía hacerlo, pero me autosaboteé tan cañón que me quedé sin voz por un momento, estaba muy asustada y de repente: ‘Vamos a grabar, todos listos’ y en ese momento no me dejaban de escurrir las lágrimas, no dejaba de temblar y me di cuenta de: ‘Me ganaron’, por primera vez en mi vida me sentí completamente expuesta, me sentí fuera de mí, fuera de control y no sabía cómo arreglarlo…”.
Su familia, su mayor sostén
Inmersa en una oleada de emociones, Mía encontró refugio en su familia, sus padres Andrea y Erik, quienes han podido brindarle su apoyo y guía a lo largo de este tiempo, nunca se apartaron de su lado. “Mi familia me ayudó mucho y nadie más me iba a convencer y eso lo tenía que arreglar yo, y eso a la fecha lo tengo que arreglar yo. Porque me sigue pasando, no te voy a mentir ahorita y decirte que ya estoy completamente sanada de eso, porque mi peor enemiga siempre he sido yo misma, siempre…”, expresó.
El precio a pagar por buscar la perfección
Mía también habló de cómo parte de esas dificultades vienen a raíz de su empeño por alcanzar la perfección en todo, lo que ha sido favorable, pero a su vez contraproducente. “Siempre he buscado una perfección que no existe y siempre he sido muy exigente conmigo, que también es bueno. La exigencia me ha ayudado a crecer y a ser la persona que soy hoy en día pero también me ha destruido por completo. Estar en un escenario haciendo lo que más amo, sufriendo y diciéndome a mí misma: ‘No mereces estar aquí’…”, confesó.