Para “Mona Carmona y el enigma de la Sagrada Familia” tuve un par de inspiraciones muy concretas: los libros de la escritora Ágatha Christie y de Arthur Conan Doyle. Ambos son creadores de novelas policiales muy reconocidas, y dieron vida a dos personajes emblemáticos de la literatura universal: Los detectives de ficción Hércules Poirot y Sherlock Holmes. Ambos personajes formaron parte de mis lecturas de adolescencia, y se convirtieron en verdaderos amigos a lo largo de mi vida. Siempre quise crear mi propio detective, uno tan inteligente como Poirot y Sherlock, pero que formara parte de este mundo más moderno, vertiginoso y confuso en el que vivimos. Además, quería que dicho detective fuera una mujer, porque siempre he pensado que las mujeres son mucho más analíticas y suspicaces que nosotros los hombres. De esa manera nació Ramona Carmona, alias Mona, una joven muy especial, bastante introvertida, silenciosa, pero con una capacidad de observación fuera de lo normal.

“Mona Carmona y el enigma de la Sagrada Familia” mezcla dos mundos muy distintos en apariencia: el mundo de las intrigas, las claves secretas y los enigmas, junto con el universo de la Sagrada Familia, la famosa basílica catalana diseñada por Antoni Gaudí. El tema central del libro se estructura en torno a la pregunta de ficción: ¿qué pasaría si la construcción de la basílica encerrara un misterio que hay que resolver para así descubrir la verdad que se esconde en su interior? A partir de esa pregunta construí toda una trama que involucra a Mona, la protagonista, pero también a su intrigante abuelo. Así, nieta y abuelo terminan mucho más unidos de lo que Mona creía en un inicio, y ella debe investigar no solo entre las paredes de la Sagrada Familia, sino que también en su propia historia.

Hace muchos años decidí no creer en la inspiración (aunque por supuesto que sí pienso que existe). Pero yo tomé la decisión de no esperar por ella, porque no quiero que alguien externo a mí guíe o domine mi trabajo. Busco nutrirme de otras experiencias y manifestaciones artísticas: leo mucho, escucho música, veo cine, teatro, series, asisto a exposiciones de pintura. Viajar también me expone a otras culturas, lo que abre mi imaginación. Y lo que nunca falla como una excelente fuente de inspiración: una buena conversación con alguien interesante. Nada mejor que el intercambio de ideas y de experiencias para echar a andar las neuronas y obligarlas a que se pongan a crear historias, personajes y mundos nuevos.

Son un lector empedernido y voraz. Siempre tengo una torre de libros en mi mesita de noche, y voy saltando de uno a otro. Pero tengo algunos autores recurrentes a los que siempre vuelvo en busca de inspiración y respuestas. Y esos autores son Ágatha Christie y de Arthur Conan Doyle, por las razones que ya señalé en una respuesta anterior. Pero también leo y releo muchísimo a Juan Rulfo, el autor mexicano que escribió “Pedro Páramo”, una joya de la literatura latinoamericana. También vuelvo habitualmente a los libros de Gabriel García Márquez, que me gusta mucho por la manera que tiene para narrar las cosas más ordinarias como si fueran extraordinarias¿A qué público va dirigido tu libro?

En esta ocasión, y siguiendo la tónica de mis libros más recientes, “Mona Carmona y el enigma de la Sagrada Familia” va dirigido a un público juvenil y adulto. Es un libro que el mundo editorial se califica de crossover, es decir, que pueden leer tanto padres como hijos. Mi sueño es que los jóvenes lo lean y se entusiasmen tanto con la historia, que se los recomienden a sus papás. O viceversa.

Mi próximo proyecto audiovisual es una serie de acción y melodrama titulada “Donde Hubo Fuego”, que se exhibirá por Netflix en algún momento de este año. Cuenta la vida de un especial grupo de bomberos que viven todos juntos en una estación, en Ciudad de México. Está protagonizada por Eduardo Capetillo e Itatí Cantoral. Y, sin duda alguna, el trabajo que ha marcado un antes y un después es “¿Quién mató a Sara?”, un proyecto que cambió mi vida para siempre, y que llevó mi trabajo hasta lugares insospechados. Siempre estaré agradecido de esa serie porque se convirtió en un inesperado regalo.

En general trato de no entregar mensajes a través de mi obra. ¿Quién soy yo para intentar convencer de algo o educar a alguien más? Sin embargo, sí tengo intenciones a la hora de escribir: mi primera prioridad es entretener. Quiero que el lector se sumerja en la historia y sea capaz de ver y sentir todo lo que ahí está escrito. Por otro lado, me gusta presentar temas que sean novedosos, que cuestionen, que lleven a la reflexión y que obliguen a las personas a sacar sus propias conclusiones. Creo que de esa manera la lectura se hace inolvidable y el lector queda con la sensación de haberse enfrentado a algo novedoso y distinto.