1/8 © Getty Images

Tatoi, un paraíso natural de 16.800 hectáreas de gran bosque en la ladera sur del monte Parnetha y de lagos de agua cristalina, fue el escenario de esos años idílicos de la inocencia.

2/8 © Getty Images

Los príncipes Sofía, Constantino e Irene eran unos hijos a semejanza de sus padres, el rey Pablo y la reina Federica, y el lazo del afecto estaba bien atado desde la infancia.

3/8 © Getty Images

Los príncipes Sofía, Constantino e Irene crecieron felices, como se habían propuesto sus padres, disfrutando de un dulce despertar a la vida.

4/8 © Getty Images

Los príncipes Sofía, Constantino e Irene no se sentirían igual de libres en la Villa que tenían en Atenas, cuya cerca nunca franqueaban si no era con escolta, ni en el Palacio Real, actual Palacio Presidencial, en la frenética Atenas, que en Tatoi, donde más que en ningún otro sitio podían ser ellos mismos. 

5/8 © Gtresonline

Tatoi fue especial para el príncipe Juan Carlos: allí tuvo lugar la pedida de mano de la princesa Sofía en 1961, ante las familias de ambos, y Constantino de Grecia viviría aquella boda con la ilusión de los novios.

6/8 © Gtresonline

Los cuñados tenían muy buena relación, por lo que al príncipe Constantino y al príncipe Juan Carlos se les podía encontrar fácilmente jugando mano a mano un partido de voleibol, combatiendo a patada limpia de kárate o haciendo equipo en las regatas. En la imagen, el príncipe Constantino y el príncipe Juan Carlos paseando por el puerto.

7/8 © Gtresonline

Las dos parejas disfrutaron juntas de las mieles del amor.

8/8 © Gtresonline

La Familia Real griega crecía con las nuevas incorporaciones a la familia. En la imagen, de izquierda a derecha, el príncipe Constantino, la reina Federica, el príncipe Juan Carlos, la princesa Sofía y la princesa Irene, durante un acto público.

Más sobre: