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Louis Ducruet y Marie Chevallier ya son marido y mujer. Después de siete años de discreta relación, la pareja contraía matrimonio este viernes en el Ayuntamiento de Mónaco, el mismo lugar que eligieron los padres de él, la princesa Estefanía y Daniel Ducruet. Este sábado 27 de julio vuelven a jurarse amor eterno, pero en esta ocasión celebran una ceremonia religiosa en la Catedral de Santa María de la Asunción, conocida también como San Nicolás.

Los novios han apostado por este lugar que tiene un gran significado para todos los Grimaldi, quienes han vivido en el templo importantes acontecimientos. Además, allí están enterrados Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, algo muy importante para el novio ya que de esta manera tendrá presentes a sus abuelos en una fecha ya inolvidable para él.

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El 19 de abril de 1956, Rainiero de Mónaco y Grace Kelly protagonizaban una boda de cuento de hadas que ha pasado a los anales de la historia como una de las más románticas y mediáticas de la época. Un enlace en el que él estaba visiblemente nervioso, tanto que necesitó en un momento dado la ayuda de la actriz para colocarle la alianza. Tras el multitudinario enlace, los novios fueron aclamados a las puertas de la Catedral por los monegascos, que se echaron a las calles para mostrarles una vez más su cariño. Grace ofreció el ramo de novia a Santa Devota, patrona de Mónaco, y, tras eso saludaron por primera vez como matrimonio desde el balcón del Palacio de Mónaco

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La Catedral de Mónaco volvió a ser testigo de otro de los momentos más especiales del matrimonio del príncipe soberano y Grace Kelly. El 3 de marzo de 1957 celebraban entusiasmados el bautizo de su primera hija, Carolina, que nacía solo dos meses antes, el 23 de enero. Esta ceremonia fue muy importante ya que la princesa era entonces, hasta la llegada de su hermano Alberto, la heredera al trono. Es por eso que fue una cuestión de Estado que contó con 101 salvas de cañón, trompetas y la voz de mando del jefe de la tropa que, con el rutilante uniforme de gala, escoltaba la escalinata de acceso a la basílica, donde fueron recibidos por el obispo de Mónaco, por el canónigo de Saint-Pourtçain, cura de la Catedral y por el canónigo Andriieux, archicofrade de la Catedral.

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La familia formada por Grace Kelly y Rainiero de Mónaco creció en 1958, año en el que recibieron a su segundo hijo, el príncipe Alberto, su primer varón. El 20 de abril, cuando el bebé tenía poco más de un mes, le bautizaron en el mismo sitio que a su hermana mayor, la Catedral del Principado, que fue adornado con Tapices de hortensias, lilas, lirios y tulipanes. El acto religioso contó con más de mil invitados entre los que se encontraban los Reyes de España. Nuevamente se lanzaron101 salvas protocolarias para el heredero. En este caso, la liturgia fue oficiada por el arzobispo de Marsella, monseñor Delay

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El príncipe soberano de Mónaco y su mujer eran la viva imagen de la felicidad, una felicidad que aumentó en 1965 con la llegada de la benjamina de la casa, Estefanía. La princesa fue bautizada el 1 de febrero del citado año, cuando solo tenía 40 días de vida. Sus padres siguieron el mismo esquema que con sus hermanos y decidieron cumplir con esta tradición religiosa en la Catedral, donde se encargó del oficio el decano del Sacro Colegio Cardenalicio, cardenal Tisserant. La protagonista vestía el histórico vestido de cristianar, de organdí y encajes de Valenciennes, que llevaran en su día el príncipe Raniero y su hermana, la princesa Antonieta, y más tarde los príncipes Carolina y Alberto

 

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Tuvo que pasar medio siglo para que los Grimaldi volvieran a reunirse en la Catedral de San Nicolás ya que los príncipes Alberto, Carolina y Estefanía no eligieron este lugar para ninguno de sus enlaces. El soberano, sin embargo, sí quiso celebrar allí el bautizo de sus hijos, los mellizos Jacques y Gabriella, nacidos durante su matrimonio con la princesa Charlene. Mónaco se vistió de gala el 10 de mayo de 2015 y adornó el trayecto desde el Palacio de los Grimaldi al templo con 6.000 flores de color blanco. A esta histórica cita, oficiada por monseñor Bernar Barsi, Arzobispo de Mónaco y Gran Capellán de Palacio, acudieron unos 700 invitados 

 

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