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La reina Máxima entraba a palacio con un sencillo atuendo que realzaba con una sonrisa sin más, pero sin menos.

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Máxima de Holanda lució para la ocasión el vestido de seda salvaje de la casa de modas belga Natan que llevó en 2001, durante la visita oficial a España, mientras que el rey Guillermo Alejandro, de su brazo, hacía gala de sonrisas y de todas las resplandecientes distinciones y condecoraciones reales en su pechera.

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El especial aderezo de diamantes y aguamarinas de los Orange, que originalmente perteneció a la abuela del actual Rey, la reina Juliana, debió de haber sido muy sentimental para ella, porque todas las piezas provenían de personas muy importantes en su vida.

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Con todos los aderezos, Máxima de Holanda era una reina en todo su esplendor, como pudieron dar fe los representantes del Gobierno holandés, la princesa Beatriz, la princesa Margarita con su marido, Pieter van Vollenhoven, y el resto de invitados.

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Un bello retrato de Máxima de Holanda con ocasión de la tradicional gala en honor al Cuerpo Diplomático.

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