Desde que era muy pequeño, los planetas, las estrellas y, en definitiva, el universo, era algo que le fascinaba. Su abuela materna, la reina Federica, le regaló en una ocasión un telescopio del que raramente se separaba, llegando al punto de perder interés por los estudios por pasarse horas y horas mirando al cielo hasta terminar acostándose muy tarde