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Un año más, los reyes Felipe y Matilde han presidido los actos del Día Nacional de Bélgica. Acompañados de sus cuatro hijos, Elisabeth, Gabriel, Emmanuel y Éléonore, los soberanos han comenzado esta jornada festiva con el tradicional Te Deum en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas. A pesar de la situación tan complicada que están viviendo en el país después de que durante estos días los contagios por COVID-19 hayan aumentado de manera alarmante, la Familia Real han querido celebrar esta fecha cargada de simbolismo. 

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Una vez más, la gran protagonista ha sido la princesa Elisabeth. La primogénita de los Reyes de los belgas ha causado sensación con un total-look de color rojo, luciendo un elegante vestido con transparencias y bordados con mangas abullonadas de la firma belga Natan, que es una de las favoritas de las royals europeas. También escogió unos llamativos pendientes dorados de inspiración étnica que ha pedido 'prestados' a su madre, quien ya los ha llevado en otras ocasiones.

Este año la Princesa tendrá un papel muy relevante, ya que por primera vez formará parte del desfile militar que tendrá lugar posteriormente por las calles de la ciudad. Hay que recordar que la heredera al trono belga lleva desde el año pasado realizando duros entrenamientos en la Real Academia Militar de Bruselas, donde ya ha completado su primer año de formación.

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Felipe y Matilde de Bélgica, a su llegada a la catedral. La Reina estaba espléndida con un original diseño de muselina de seda con capa de color rosa empolvado y estampado floral, también de Natan. Además, llevaba una cartera de mano en un intenso color verde, mascarilla a juego con su vestido y la melena recogida en un elegante moño bajo decorado con una diadema de la firma Fabienne Delvigne.

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Tras los soberanos belgas llegaron también sus hijos. Con Elisabeth a la cabeza, le seguían muy de cerca sus hermanos: Gabriel, que el próximo mes de agosto cumplirá 18 años, Emmanuel, de 16, y la pequeña Eleonore (que ya no es tan pequeña), de 13. Los cuatro forman parte de la nueva generación de príncipes y princesas que han experimentado una gran transformación en los últimos tiempos y que cada vez se muestran más cómodos con su papel.

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Como cada 21 de julio, la Familia Rel belga ha conmemorado la jura de la Constitución por parte del Rey Leopoldo I, en 1831, gracias a la que el país consiguió su independencia y se convirtió en un estado soberano. Desde entonces, es una cita ineludible llena de festividades, aunque este año la agenda ha estado marcada por la pandemia. Debido al aumento de contagios por coronavirus, las restricciones se han vuelto aún más severas y han decidido eliminar algunos detalles, como el tradicional espectáculo de fuegos artificiales, la ausencia de helicópteros en el desfile aéreo...

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Al igual que sucedió en 2020, la ceremonia no ha tenido nada que ver con la de otros años. Normalmente solíamos ver a la Familia Real saludando a sus conciudadanos, recibiendo ramos de flores y otros regalos, haciéndose fotos... además, la lista de asistentes que ha podido entrar a la catedral se ha reducido al máximo. Eso sí, tal y como puede verse en las imágenes, todos iban bien protegidos con sus mascarillas y respetando el distanciamiento social.

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Horas antes de comenzar las celebraciones por el Día Nacional, el rey Felipe dio un discurso para hablar del "desastre natural sin precedentes que ha afectado a gran parte de nuestro país", ha dicho haciendo referencia a las inundaciones que "han causado enormes daños a nuestras ciudades y pueblos". "Nuestros pensamientos están con las familias y los seres queridos de las víctimas y todos los que están en peligro", ha comenzado diciendo. En su discurso, el soberano belga ha hablado también de la pandemia y todas las lecciones que hemos aprendido: "Nuestro modelo de sociedad, construido sobre los cimientos de la democracia, ha demostrado ser sólido y fértil en proyectos creativos. Nos hemos dado cuenta de la necesidad de una mayor colaboración a todos los niveles. Porque solo, ningún individuo, ningún nivel de poder, ninguna institución, puede afrontar y adaptarse a los grandes cambios que nos esperan". "También hemos redescubierto el papel indispensable del Estado y del servicio público. Su estrecha colaboración con las empresas y la sociedad civil es una de las claves del éxito de la gestión de la actual crisis sanitaria", ha dicho destacando los valores humanos "compuestos por la solidaridad, la generosidad, la empatía y la valentía". "Si pudimos aguantar las dificultades es gracias a la humanidad. Este es un activo precioso que debe conservarse. Nos permitirá afrontar los nuevos retos. Por nuestra sociedad, por nuestro planeta. Esta es la convicción que comparto con vosotros con motivo de la fiesta nacional", concluyó.

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