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Canadá, con su famoso jarabe de Arce y todo, es más dulce si cabe estos días. Y es que la sonrisa de Matilde de los Belgas, que acompaña a su marido, el rey Felipe, en una visita de Estado al país norteamericano, que se prolongará hasta el próximo sábado 17 de marzo, ha subido un grado su dulzura de siempre. Desde el minuto 0 del apretado programa, que incluye actividades en Ottawa, Toronto y Montreal a lo largo de toda la semana.

Fotos: Gtresonline y Gettyimages

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Los reyes Felipe y Matilde aterrizaban el pasado 11 de marzo en el Aeropuerto Internacional de la capital canadiense, por invitación de la Gobernadora general, Julie Payette, que llegó a lo más alto. Primero como ingeniera y astronauta (con dos vuelos espaciales) y actualmente como representante de la Reina de Inglaterra como Jefe de Estado de Canadá.

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Los soberanos belgas, acompañados en este viaje del ministro de Asuntos Exteriores, Didier Reynders; del secretario de Estado de Comercio y de una nutrida delegación de empresarios, fueron recibidos a su llegada por Scott Brison, miembro de la Cámara de los Comunes de Canadá, y una representación de la policía montada canadiense. Los reyes Felipe y Matilde iniciaban su primer viaje de Estado al país norteamericano desde el que realizaran en 1977 los reyes Balduino y Fabiola.

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Matilde de los Belgas ha puesto de relieve la afinidad entre anfitriones e invitados durante toda la visita de Estado. Vistió de rojo, un guiño al color nacional en común de Bélgica y Canadá, durante los primeros compromisos de este viaje que, según la Casa Real belga, tiene tres objetivos principales: el recuerdo de las víctimas canadienses en territorio belga durante la Primera Guerra Mundial -61.000 soldados canadienses lucharon en Bélgica durante el conflicto y muchos de ellos perecieron en los campos de batalla-, las relaciones económicas y comerciales y el intercambio cultural y educativo entre los dos países.

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El programa oficial de los reyes Felipe y Matilde durante su primera jornada en Canadá incluía honores, como el desplazamiento en carroza hasta Rideau Hall, en Ottawa, residencia oficial de la Gobernadora General de Canadá, y compromisos tradicionales, como la ofrenda de la corona de flores al Soldado desconocido, la plantación de un árbol en Rideau Hall o la vista del Libro de la Memoria en la Cámara Conmemorativa en Parliament Hill.

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Los gestos de amistad entre anfitriones e invitados fueron constantes. Canadá se engalanó para recibir a los Reyes de Bélgica con miles de banderas belgas y la reina Matilde hizo lo propio. Además de vestir de rojo como la insignia canadiense, no esperó a estrenar el broche con forma de hoja de Arce, símbolo nacional de Canadá, que recibió en su primer día de visita.

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De cabeza a rodillas, Matilde de los Belgas fue toda una Reina durante los primeros compromisos del viaje. El vistoso sombrero, la majestuosa capa de abrigo y los guantes de piel la señalaban como tal. Pero, para andar por la nieve durante la plantación de un árbol próximo al que en su día plantaron los reyes Balduino y Fabiola en 1977, se quitó sus zapatos y se puso unas abrigaditas botas. Entonces, de los pies a las rodillas, era una canadiense más.

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No se puede visitar Canadá y no probar su famoso jarabe de Arce. Los reyes Felipe y Matilde no sólo tomaron el delicioso sirope, sino que fueron testigos de la extracción de la savia de los arces en cubetas y la elaboración del emblemático almíbar canadiense, que tiene varios grados de coloración y dulzura.

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No se puede visitar Canadá y no probar su famoso jarabe de Arce. Los reyes Felipe y Matilde no sólo tomaron el delicioso sirope, sino que fueron testigos de la extracción de la savia de los arces en cubetas y la elaboración del emblemático almíbar canadiense, que tiene varios grados de coloración y dulzura.

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No se puede visitar Canadá y no probar su famoso jarabe de Arce. Los reyes Felipe y Matilde no sólo tomaron el delicioso sirope, sino que fueron testigos de la extracción de la savia de los arces en cubetas y la elaboración del emblemático almíbar canadiense, que tiene varios grados de coloración y dulzura.

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Como la miel o aún más como el caramelo o el queso recién fundido, las piruletas de jarabe de Arce pueden ser muy pegajosas. Así que estos inocentes dulces pueden parecer despiadados en público, sobre todo si hay cámaras delante. Aunque, todo hay que decirlo, Felipe y Matilde de los Belgas solventaron bien los momentos pringosos, que siempre los hay. 

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El broche de la primera jornada de este viaje de Estado fue la cena de gala ofrecida por la Gobernadora general de Canadá, Julie Payette, en honor de los reyes Felipe y Matilde. La Reina de los Belgas brilló como las lentejuelas de su vestido y los rayos de sol de su escote. La Gobernadora general de Canadá vistió la noche negro y oro.

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La Gobernadora general de Canadá, Julie Payette, presentando a sus dos hijos a los reyes Felipe y Matilde durante la cena de gala que cerró la primera jornada de su viaje de Estado.

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Si Matilde de los Belgas se refirió implícitamente a los elementos en común, Felipe de los Belgas lo hizo explícitamente durante su discurso y afirmó que tanto Bélgica como Canadá deben “enfrentarse a desafíos económicos, sociales y ambientales, así como a graves fenómenos globales como el terrorismo y la inmigración ilegal”. El soberano recordó además el pasado conjunto de ambos países: “Bélgica nunca olvidará a los más de 60.000 soldados canadienses que murieron durante la Primera Guerra Mundial en territorio belga”.

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Matilde de los Belgas dio la mejor imagen del reino.

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Matilde de los Belgas ponía broche de diamantes a su primera jornada en Canadá con la tiara de laureles. Una pieza, convertible en gargantilla, regalo de bodas de un grupo de aristócratas belgas.

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La segunda jornada del viaje de Estado de los reyes Felipe y Matilde incluyó sendas visitas a la Galería Nacional de Canadá y al Museo de la Guerra. Matilde de los Belgas volvió a hacer un guiño al país anfitrión con un tocado de hojas de Arce, emblema del país, y un atuendo en tonos ocre como los bosques canadienses en otoño, que llevó en un viaje oficial a Japón de 2016.

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Durante su segundo día de visita, los reyes Felipe y Matilde tuvieron un encuentro en la embajada con los belgas residentes en Canadá. Esta fotogalería se acaba aquí, pero su viaje sigue. Aún hay mucho programa por delante, con sus muchos compromisos, sus muchos vestidos de glamour, sus muchas muestras de cariño y sus muchas sonrisas que harán de Canadá el lugar más dulce.

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