"Era una voz estilo años 70, ronca, profunda, clásica y de estilo afroamericano. Si cerrabas los ojos, podías ver a Barry White o a Louis Armstrong, con sus voces inolvidables y eternamente elegantes. Cuando recuperamos el habla, le dije a mi marido que hiciera todo lo que estuviera en sus manos, porque ese artista tenía que sonar en nuestra boda. Y así fue, y nos regaló uno de los momentos más felices de nuestras vidas, y probablemente, de nuestros invitados".
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