Paula, la novia de las mangas de flores y el velo bordado que se casó con su primer amor
Tras más de una década juntos, esta periodista experta en moda pasó por el altar con un romántico diseño de Valenzuela Atelier
"Iñigo y yo nos conocimos en 2011, cuando estábamos estudiando segundo de Bachillerato, y desde entonces no nos hemos separado, hemos crecido juntos. Él tenía tan claro que íbamos a acabar casándonos que aquel mismo año me hizo un vale por un anillo de diamantes, y diez años después, el día de nuestro aniversario, pude canjearlo por el de verdad".
"No contamos con wedding planner, lo hicimos todo nosotros. Al trabajar en el mundo de la moda y las bodas tienes una gran sobrecarga de información, lo cual es genial porque conoces todo el abanico de posibilidades que existe y sabes que no te van a faltar ideas ni detalles, pero eso es un arma de doble filo. A la vez, eres extremadamente exigente y te acabas comiendo la cabeza por cosas que realmente no son tan importantes, y en ocasiones necesitas que alguien te frene y te recuerde que, al final, lo importante es lo importante".
"Yo creo que lo importante a la hora de elegir firma para tu vestido es, sobre todo, que tengas feeling con esa persona, porque el diseño puede modificarse, pero si no sientes conexión con la persona que lo está creando, el proceso va a ser complicado. Yo visité varios ateliers y tuve un flechazo instantáneo con Cristina Valenzuela, que supo captar mi esencia desde el principio y lo hizo súper fácil".
"La verdad es que no tenía claro lo que buscaba pero quería que fuera ‘muy yo’. En mi día a día soy bastante básica vistiendo, pero en ocasiones especiales me encanta arriesgar y adoro los juegos de volúmenes, por lo que la intención era reflejar esa dualidad, y creo que lo conseguimos totalmente con un vestido que cuenta con una base muy limpia y sin apenas costuras a la vista pero de repente agrega unas mangas abullonadas con flores de organza que acaparan todas las miradas".
"A Cristina se le ocurrió adornar el velo con las mismas flores, que tuvieron que recortar una a una para conseguir el efecto degradado, y el resultado fue totalmente espectacular, digno de princesa de cuento y, como yo quería, 100% fiel a mi esencia".
"Elegí a Paula Guzmán porque me encanta la frescura y naturalidad que transmiten siempre sus looks, y ella hizo el proceso muy fácil. Como el vestido era tan marcado y las mangas tan espectaculares, ambas teníamos claro que lo ideal era cederle el protagonismo y despejar el cuello y la espalda. Por eso, desde el principio tuvimos claro que lo ideal era una coleta alta, y, aunque probamos con distintas alturas y estilos, en cuanto vimos el bueno lo supimos al instante".
"En cuanto al maquillaje, quería algo natural y que fuera similar a lo que yo suelo hacerme para no verme disfrazada. Me encanta el aspecto jugoso que consiguió, así como el delineado y la sombra satinada sutil que aportaba frescura".
"Mi ramo es obra de Marta Azpeitia, así como el resto de arreglos florales de la finca. No quería nada muy recargado porque el vestido ya era muy potente, así que tenía claro que tenían que ser tonos muy suaves. Desde siempre me han encantado las peonías, así que tuve suerte porque en la fecha de mi boda todavía se podían adquirir y estaban preciosas. Me decanté por llevarlas en rosa (mi color favorito) pero en versión muy pastel para que rompiera mucho, y completé con eucalipto, así como con hypericum y astrantia en blanco por recomendación de Marta y su compañera Paola".
"Nuestra boda tuvo lugar el 1 de julio, yo soy una loca del verano y el buen tiempo y teníamos claro que queríamos huir de la lluvia. Lo más especial del día fue el hecho de reafirmar que quieres estar toda la vida con esa persona, aunque lleves años juntos y te lo hayas dicho mil veces. Además, nos gustaba la idea de que anocheciera tarde para que la ‘hora dorada’ cayera en el cóctel, así que elegimos una de las semanas de más luz del año. Vimos más de diez fincas, pero al final nos decantamos por la que nos gustaba desde el principio: el Soto de Mónico".
"Nosotros nos casábamos por la iglesia en pleno verano y luego lo celebramos en una finca en la que la vegetación tenía mucho protagonismo, así que buscamos un toque clásico pero fresco desde la invitación y la papelería hasta las flores, que encajaban a la perfección al elegir la misma paleta de color. En cuanto a la iluminación, yo soy una loca de las microluces, y desde Luces de Cuento nos asesoraron ofreciéndonos distintos estilos, pero desde el principio nos encantó la idea del techo con cadenas de pequeñas lucecitas y esferas de vidrio colgantes".
"La verdad que puedo decir que tuvimos nuestra boda soñada. El único cambio importante que tuvimos que hacer fue renunciar a casarnos en sábado y hacerlo finalmente un viernes porque en nuestra finca nos pedían un mínimo de personas al ser temporada alta al que no llegábamos. Por eso, decidimos dar prioridad al lugar frente al día, pero todo lo demás fue bastante rodado y no tuvimos inconveniente".
"Creo que está todo dicho ya, porque todos los tópicos que te dicen desde que te casas hasta la boda son 100% reales. Yo diría que disfruten de la preparación también, porque al final la boda son unas horas pero todo lo demás son meses de preparación junto a tu futuro marido y vuestras familias. También que valoren el hecho de que toda la gente que os quiere esté en un mismo lugar y día únicamente por amor hacia vosotros".
Y es que, más allá del vestido, las luces o el paisaje de ensueño, esta novia se queda con la compañía de sus seres queridos, los que llevan más de una década atestiguando este amor y los que se han sumado con el tiempo. "Puedo decir que tuvimos nuestra boda soñada".