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Blanca, la wedding planner que, junto a su compañera Almudena, forma el tándem de la agencia Bambarela, cambió por unos días los preparativos de bodas ajenas por la suya propia, imprimiendo cierta estética campestre a su vestido de novia, gracias a uno de esas geniales creaciones de Roberto Diz que se empeñan en no dejar indiferente a nadie. Notas tan especiales como un sombrero Panamá de Reyes Hellín, un cinturón de cuero y un pañuelo de seda estampado de Hermès sobre la cabeza, consiguieron moldear un look tan diferente como especial que abre un nuevo camino en territorio nupcial.

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Aunque no sería de extrañar imaginarla en una finca andaluza o en la mismísima pampa argentina, la celebración tuvo lugar en la madrileña Dehesa de las Rozas. Las bodas camperas y rústicas fueron tendencia hace años y su estilo se refresca cada temporada con nuevos detalles. Sin embargo, pocas son las novias que se mimetizan hasta tal punto con el leitmotiv de la celebración. Blanca, en su caso, llevó un diseño de encaje con cuerpo de cuello a caja, manga corta y unos botones dispares del siglo XVII que dejaban intuir la esencia del diseñador. La falda, también de encaje, tiene bolsillos laterales y una enagua de tul para dar movimiento y volumen sin resultar pesada. Las trabillas introducen un nuevo concepto en los vestidos de novia al permitir la incorporación del cinturón, en su caso, de piel grabada y con vuelta.

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Según explicó la propia Blanca en el instagram de su agencia, ese 'algo prestado' que tienen que llevar por tradición todas las novias es una joya familiar que le dejó su hermana. Se trata de unos pendientes largos y dorados que pertenecieron a su abuela María Victoria y que, junto con una pequeña pulsera y unas sencillas sandalias de tiras en color negro, pusieron la guinda a un look nupcial 10.

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