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Más que una maleta

Es una de las herramientas más útiles cuando deseamos viajar con nuestro perro o gato, a algunos canes les produce auténtica excitación y alegría verlos, sin embargo otros padecen de sentimientos muy contrarios: ansiedad, miedo y rechazo. Los transportines no son lugares muy agradables para nuestra mascota, pero a la vez ejemplifican y anuncian un vínculo con ellos: el de no dejarles atrás y hacer que nos acompañen allá donde vamos, lo que para un perro es el mejor mensaje posible.

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Elige el tamaño y la consistencia adecuadas

A veces vemos un transportín que nos encanta, tiene un diseño bonito, parece de un tamaño perfecto para viajar pero… ¿es el indicado para nuestro perro o gato? Ten en cuenta que un transportín no debe ser ni muy grande ni muy pequeño, no debemos errar en el cálculo. Piensa que las paredes del transportín le deben quedar a una distancia muy próxima, porque si no le será difícil mantener la estabilidad: un transportín muy grande haría que la mascota resbale y se choque con sus paredes ante el movimiento. De la misma forma, un transportín pequeño puede generar dificultad para respirar y la imposibilidad para moverse y girar se traduce en dolores musculares y, tal vez, lesiones. El truco para medir el transportín perfecto para nuestro perro o gato es que él pueda girarse y cambiar de postura longitudinal de forma sencilla, pero que no le sobre más espacio que el necesario para ese movimiento.

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No habituar al animal a familiarizarse positivamente

Si no haces lo posible para que tu mascota mire con buenos ojos al transportín, no conseguirás que los viajes sean plácidos. Si percibes que tu perro esquiva entrar y cuando lo ve aparecer ya está refunfuñando, eso es porque tienes que mejorar la relación del perro con el transportín. Piensa: ¿tiene el tamaño indicado? ¿Está limpio? ¿Lo utilizo correctamente? 

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Impide que genere estrés a tu mascota

Introduce premios en el transportín o añade en el viaje algún juguete al que tenga cariño. Si tu mascota pasa mucho estrés dentro, puedes probar a administrarle alguna solución natural, son tranquilizantes muy leves que se dispensan en el veterinario, cuando el perro o gato asocie que viajar no tiene por qué producirle estrés, podrás dejar de darle la pastilla.

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Límpialo cada vez que sale

Un error muy común consiste en no limpiar adecuadamente el transportín. Deberías revisarlo y pasarle por lo menos un paño húmedo cada vez que sale a la calle y regresa. Vigila la limpieza con especial atención en el exterior del transportín, ten en cuenta que se deja sobre el suelo y en superficies de todo tipo, muchas de ellas sucias, como la acera. Tampoco debes olvidar revisar y limpiar su interior, dentro  el can puede salivar más de la cuenta, por ansiedad y para mantener húmedas las vías respiratorias por la sensación de enclaustramiento, la babas pueden contribuir a una mayor suciedad en el interior, así como algún vómito.

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Que no esté a la vista

No dejes el transportín de tu mascota a la vista. Debe guardarse cada vez que no se utiliza y sacarse sólo cuando se vaya a emprender el viaje. Los perros asocian de forma muy clara la presencia del transportín con una salida al exterior. En principio, que este elemento aparezca en escena puede ser un motivo de alegría, pues implica que vais a salir juntos a un lugar nuevo, y a medio-largo plazo el perro se habitúa a comprender esta conjunción de consecuencias: si aparece el transportín es que vamos a salir. Sin embargo, si siempre está a la vista o si lo sacas de forma arbitraria, el perro no logrará asociar que es un elemento únicamente para salir fuera, y no se preparará de una forma tan concreta y directa a salir cuando lo vea. Es más, si lo sacas de forma arbitraria pero verlo no implica finalmente salir, el perro puede desarrollar cierto estrés, pues para él es un mensaje contradictorio.

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Meter dos animales en el mismo

No es nada recomendable que el mismo transportín lo utilicen dos animales a la vez, aunque sean de la misma raza y se lleven divinamente fuera. Este problema tiene varias explicaciones muy razonables y evidentes. Lo más importante es que ante los balanceos del transportín ambos animales pueden colisionar en su interior o adquirir posturas molestas y golpes dolorosos. Ten en cuenta que durante el transporte en muchas ocasiones el animal debe mantener cierto equilibrio, y si son dos les costará más asirse. Además, la respiración dentro del transportín no es fácil, todo aporte de oxígeno es bienvenido, y cuatro pulmones respiran más que dos.

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Moverlo como si fuera una mochila

Un transportín es un elemento muy sensible, especialmente si no es de plástico duro sino de loneta. Esta segunda opción es muy popular en perros pequeños o gatos, porque se pliega con facilidad, pesa menos y se puede llevar de forma muy cómoda, pero por como están diseñadas a veces parecen perfectas para llevar como si fueran una mochila al uso. No es mala idea según tus necesidades (si necesitas las manos libres), pero debes de tener un cuidado extremo cuando caminas, te incorporas o te sientas. Aunque algunos transportines tienen forma de mochila, no lo son, no es adecuado usarlos así. Siempre es preferible llevar al animal en el pecho (con la “mochila” a la inversa), o agarrado con la mano por las asas.

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Vigilar la salida

El momento en el que tu perro sale del transportín es más relevante de lo que imaginas, vigila como sale y pon especial atención. Aprecia si está mareado o si muestra cierto amodorramiento. Por regla general, un perro al que se le ofrece salir de un transportín tras un viaje estará más que excitado por el deseo de abandonarlo y pisar tierra firme; si no es así, debes tener en cuenta que tal vez el viaje no le ha sentado demasiado bien, obsérvalo y toma medidas visitando a un veterinario si ves que su actitud no varía.

Por otro lado, es importante que antes de sacarlo dispongas de la correa y la enganches nada más salir, el extremo contrario al amodorramiento serían unas ganas irrefrenables de salir corriendo: que no te pille con la guardia baja.

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