Hay décadas que nos marcan sin importar el tiempo que pase: mientras la generación X no termina de superar los 80, a los millennials les ocurre algo similar con los 90. Pero el sentimiento de nostalgia, sin embargo, parece intensificarse cuando hablamos de los 2000. Es esta última la que parece obsesionar especialmente a la generación Z, incluso a aquellos que apenas la recuerdan.
El cambio de milenio dejó sucesos inolvidables en la cultura pop. ¿Un rápido repaso? Se estrenaron películas de culto como Chicas malas, Una rubia muy legal o High School Musical. Pero también las sagas de Harry Potter o El señor de los anillos. Era la época en la que Carrie Bradshaw y sus amigas continuaban rompiendo tabúes en televisión. La de cambiar el Mp3 por un iPod e intercambiar politonos por el bluetooth de nuestro Motorola. Años en los que quedábamos fascinadas por parejas tan icónicas como Britney Spears y Justin Timberlake o tríos musicales como Destiny's Child.
Y todo ello con la moda siempre presente, pues los 2000 dejaron una huella imborrable en ella. El minimalismo de los 90 dio paso a una explosión de colores, de brillo, de prendas tan atrevidas como los pantalones de tiro ultrabajo o combinaciones como el vestido con pantalón. Estilísticamente, las alfombras rojas destacaban por su exceso, por la logomanía y las transparencias que con tanto desparpajo defendieron figuras como Jennifer Lopez, con su Versace verde. Elementos que en 2025 vuelven a formar parte de ese maximalismo que parece despertar de un largo letargo.
Por qué no podemos superar los 2000
No queremos hacerlo, pero tampoco resulta una tarea sencilla proponérselo cuando se trata de una de las décadas más reproducidas por parte de los diseñadores. Y es que en un mundo en el que las tendencias de moda duran lo mismo que un vídeo de Tiktok, hay una que prevalece desde hace tiempo: la estética Y2K, basada precisamente en esa época. La generación Z ha encontrado en este estilo una forma de conectarse con un pasado que no vivieron, pero que resulta estimulante y creativo. Algo que también se refleja en la pasarela, pues es a menudo inspiración para firmas como Balenciaga, Prada o Versace.
Es especialmente curioso el caso del sello italiano que hasta hacía unas semanas lideraba Donatella, pues con su colección Primavera/Verano 2025 nos regalaba el ejemplo perfecto de que la moda es cíclica, y sus propios archivos, una de sus mejores inspiraciones. El desfile guardaba similitudes con aquella inolvidable presentación del 2005, con propuestas de colores y siluetas muy parecidas.
"Se dice que las tendencias van en ciclos de 20 o 30 años o, al menos, eso era lo que la antigua regla dictaba. Se suponía que era el tiempo necesario para que una nueva generación fuese capaz de mirar épocas pasadas con nuevos ojos", explicaba a FASHION Iván Denia, Programme Leader Fashion Styling & Communication en el IED Madrid. "Quizás la pandemia también tuvo que ver con la idealización de períodos muy cercanos en el tiempo, especialmente entre el público más joven. Salieron con una explosión de emociones y con ganas de vivir lo no vivido aún con más fuerza”.
Auge de los diseños vintage y el resurgir de firmas
Una teoría que podría explicar el renacer de una marca tan icónica de los 2000 como Juicy Couture: en 2020 logró aumentar sus ingresos hasta los 14,9 millones de dólares en el tercer trimestre del año, coincidiendo con la pandemia. La marca estadounidense, cuyo producto estrella es el chándal de terciopelo que Kim Kardashian o Paris Hilton popularizaron entonces (y que hasta Zara versionó este otoño), ha aprovechado la nostalgia como trampolín y ahora remonta tras años de pérdidas.
Y algo similar ocurre con UGG: cuando pensábamos que aquellas botas con forro polar habían quedado en el pasado —recordemos que hasta Kate Middleton las llevó en 2007 con vaqueros—, la marca batió récords en 2023 al incrementar sus ventas totales en casi un 56%, como apuntaban desde Modern Retail.
Celebrities de la generación Z han desempeñado un papel fundamental en la revitalización del estilo Y2K al lucir diseños vintage auténticos de los años 2000, impulsando así el resurgir de diseñadores emblemáticos de la época, como Roberto Cavalli, Jean-Paul Gaultier o Tom Ford. La obsesión por las creaciones vintage de Olivia Rodrigo, Zendaya o Bella Hadid, nos ha regalado preciosos homenajes, vistiendo piezas de archivo que vuelven a recordarnos por qué somos incapaces de olvidarnos de aquella década.