La historia del vestido blanco de Marilyn Monroe que sigue fascinando al mundo 65 años después

La actriz llevó este diseño en una de las escenas más famosas de la historia del cine, en la película 'La tentación vive arriba', estrenada en junio de 1955

Por Elena M.Medina

En junio de 1955, hace hoy más de 65 años, se estrenaba en Estados Unidos La tentación vive arriba (en inglés, The Seven Year Inch), la película que reafirmó a Marilyn Monroe como icono y a Billy Wilder como creador de comedias supertaquilleras convertidas en clásicos en la actualidad. La cinta logró éxito de público y crítica y supuso la primera nominación de Marilyn a los premios Bafta como mejor actriz extranjera. Sin embargo, no ha pasado a la historia por su crítica favorable, sino por una de las escenas más recordadas de todos los tiempos. Si eres amante del cine casi seguro que has visto la película en alguna ocasión, pero recordemos el argumento. La historia aborda la crisis de un hombre en su séptimo año de matrimonio, viviendo solo en Nueva York durante el caluroso verano, mientras su mujer y su hijo pasan las vacaciones fuera de la ciudad. La llegada de Marilyn Monroe, la vecina del piso de arriba a la que Wilder no atribuyó ningún nombre en la trama, pone patas arriba la vida ordenada del marido modelo Richard Sherman, interpretado por Tom Ewell. La escena que comentábamos en las líneas superiores refleja a Marilyn junto al señor Sherman, paseando por Manhattan después de una tarde de cine. En un momento dado, para combatir el calor del verano en Nueva York, Marilyn se detiene sobre una rejilla de metro, disfrutando del viento que procede del subsuelo y que levanta su vestido de volantes, hoy convertido en una pieza única. 65 años después, recordamos la historia del diseño más impactante de la gran pantalla, una creación del responsable de vestuario de la película, William Travilla.

Una imagen para la historia y una pose de alto impacto

De color blanco níveo y con un pronunciado escote halter, el vestido destacaba las curvas de la actriz más deseada gracias a su ajustada cintura. La falda de vuelo, con un largo a la altura de la rodilla dejaba al descubierto parte de las piernas, algo que hoy en día no resultaría precisamente atrevido pero que hace más de medio siglo enloqueció al mundo. En la película, un bolso de mano blanco y una bufanda roja completan el vestuario. Si bien la escena del metro desvela las piernas de la intérprete, la imagen que todo el mundo recuerda no forma parte del rodaje, sino que se trata de una fotografía ajena a la película. Para promocionar la obra antes de que se estrenara, el director Billy Wilder avisó a la prensa de que grabarían esta escena. La icónica pose de Marilyn Monroe con las manos en las rodillas mientras el vestido ondea ha sido imitada hasta la saciedad pero no aparece exactamente así en la película, sino que fue tomada por uno de los fotógrafos allí congregados.

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Pero volvamos al tema del vestido. William Travilla, quien confeccionó el vestuario de la estrella Monroe en ocho películas, se encargó de idear el vestido blanco tipo cocktail, un hito de su carrera profesional. El modista lo describió como “una prenda cool y limpia en una ciudad sucia, sucia”. Existen muchos rumores acerca de la pieza, incluso Diana Vreeland y Dale McConathy llegaron a decir que el diseñador compró el vestido ya hecho, algo que el modista siempre desmintió.

Una escena complicada

Como explicábamos, la película se ambienta en Manhattan y la escena en cuestión se rodó de madrugada en una noche de septiembre de 1954, en la avenida Lexington con la calle 52, frente a un establecimiento de comida. Al menos, esa fue la ubicación elegida en un principio. Los múltiples fotógrafos agolpados en ese punto, junto con las decenas de transeúntes que merodeaban por el rodaje siendo testigos de una de las escenas más memorables, complicó, y mucho, el rodaje. El ruido que había en el lugar hizo que las tomas no sirvieran. Se tuvo que repetir hasta 14 veces, tal y como recoge The Guardian en un artículo publicado hace un tiempo, cuando el vestido alcanzó los 60 años de historia. El diario explica que a pesar de las 14 tomas, la escena final fue grabada en California, si bien las imágenes de la ubicación original fueron las que se utilizaron para la promoción. Además de las dificultades en plató, la escena del célebre vestido blanco también pasó factura a la vida personal de Marilyn. La toma y las fotografías del vestido al viento, no gustaron a su entonces marido Joe DiMaggio, presente durante el momento del rodaje. Tres semanas después de que se grabara este plano, la actriz solicitó el divorcio. “No le gustó lo que vio o lo que los demás veían”, explicó Billy Wilder en la biografía Nobody’s Perfect, acerca de la reacción de DiMaggio.

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Subastado por más de 4,6 millones de dólares

El vestido fue vendido por más de 4,6 millones de dólares (unos 4 millones de euros), si bien su precio de salida en la subasta era mucho más bajo. Antes de subastarse había sido propiedad de William Travilla durante años. Después pasó a manos de la actriz Debbie Reynolds, quien según recoge The Guardian, compró la creación en 1971 por apenas 200 dólares. Reynolds coleccionaba grandes piezas del viejo Hollywood con la esperanza de crear un museo propio con estos objetos memorables pero en 2011 tuvo que poner a la venta varias piezas para evitar la bancarrota, entre las que estaba el vestido blanco más famoso del cine.

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