Nos ha pasado a todas. Durante el confinamiento, abrazamos nuestras ondas naturales, con la creencia de que las luciríamos con tanto estilo como Zendaya en Euphoria. No salíamos mucho de casa, así que el encrespamiento y la falta de definición no nos preocuparon. Un año después, más o menos, comenzamos a considerarlos un problema, pero entonces descubrimos el método curly y procuramos seguirlo a pies juntillas con la esperanza de conseguir nuestros rizos soñados.
Desterramos sulfatos, siliconas, alcoholes secantes, aceites minerales, ceras y ftalatos de nuestros champús, mascarillas y sérums; sustituimos las herramientas de calor por acondicionadores sin aclarado y aceites capilares; y aplaudimos cada firma de cuidado del cabello que lanzaba productos orientados a potenciar las ondas. Con el desembolso económico aparejado, legitimamos unas expectativas capilares que ascendieron a nivel Mina El Hammani en Élite. Algunas las alcanzaron, pero muchas no, y parece que se les ha escapado el detox para rizos previo: un tratamiento que asegura el éxito del método curly, no importa cómo lo ejecutes. Con la ayuda de varios estilistas, desentrañamos sus secretos y descubrimos los productos y tratamientos más adecuados.
-Diccionario completo del 'bob', todas las versiones del corte de pelo que más rejuvenece