No a todas las rubias les sienta mejor el rojo, ni a todas las morenas el amarillo. Esto lo sabemos ahora que existen especialistas dedicados particularmente al estudio del color y cómo este transforma nuestra percepción de los espacios y del propio cuerpo. No es tan sencillo como decir que a mí me sienta bien el rosa. ¿Todas las gamas de rosa? Lo más seguro es que no. Esta es una de las razones por la que me resulta tan difícil incorporar a mis looks básicos tonalidades que escapen de la escala de grises y los confiables marrones que ahora -por suerte para mí- son tendencia. Sé que no estoy sola en esto.
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Solo visto de neutros y quiero añadir más color a mis looks
Me planté en el estudio de María Moreta, nuestra experta en imagen personal, con este dilema. "Primero debes entender por qué los usas los colores que usas. Yo hago siempre la pregunta de cuántos colores hay en tu armario y cuáles son los más habituales, y luego pregunto cuál es tu color favorito. Estos no suelen coincidir", me dice. Cierto es que, como a mí, a mucha gente le gusta vestir de tonos neutros cuando, en realidad, sus colores preferidos son el rojo, el amarillo o el morado.
Para María, en esto consiste la fase inicial de su asesoría: "Queremos entender por qué unos sí los usas y por qué otros no". Hablamos de los motivos por los que les huimos a estas tonalidades: puede ser por costumbre, que jamás te hayas planteado dar un giro a tu vestuario; por prejuicios, que asocies ciertos colores a tipos de personalidad y no quieras dar la imagen equivocada; por uniforme, que en tu trabajo tengas que seguir unas normas de vestuario concretas, y, tal vez la razón más frecuente, por miedo a llamar la atención.
No son pocas las mujeres que se ocultan detrás de su ropa, ya sea llevando prendas que les quedan demasiado grandes o, en este caso, optando por colores que no resalten entre la multitud. Es una manera de pasar desapercibida y la raíz de esta conducta generalmente no se encuentra en el ahora, sino en el pasado. Esto lo ha aprendido María a lo largo de los años, asesorando a clientas de todas las edades: "La imagen es lo primero que impacta, lo primero que van a conocer las personas de ti, y, a veces, tu infancia marca muchísimo tu autoestima".
Está claro que el trabajo de María como asesora no es resolver estas cuestiones, que ya son tarea de la psicología, pero sí puede brindar respuestas menos invasivas para que te sientas un poco más cómoda llevando algo de color en tu día a día. "Una vez que veamos de dónde viene ese miedo, buscamos otras alternativas que estén dentro de tu paleta de color y que respeten tu armonía natural, pero sin traicionar lo que eres, tu personalidad".
La curiosidad me pudo y decidí someterme a su análisis exhaustivo. Quería saber qué colores podían sentarme verdaderamente bien antes de lanzarme a la piscina. El resultado me sorprendió: mi paleta ideal es la de Invierno Profundo, compuesta por tonalidades que jamás en mis casi tres décadas de vida me había puesto, como el amarillo ocre o el azul Klein. Sentí pánico.
María supo tranquilizarme: "Si hay algún color que te gusta y no te sale dentro de tu carta de colores, lo puedes seguir utilizando y podemos hacer algún truquito, como digo yo. Ponemos un colgante, unos pendientes o nos maquillamos ese día un poquito más con colores que nos vayan mejor para nuestra colorimetría".
Este consejo es uno que sigo religiosamente en mi día a día. Tengo que admitir que su diagnóstico me sentó como un balde de agua fría porque mi armario, como ya te he contado, es todo marrones, verde oliva... pero pintarme los labios de rojo cereza, maquillarme con una sombra de ojos berenjena e incluso el simple gesto de sustituir los pendientes dorados que pensaba ponerme por unos de plata pueden cambiar radicalmente (para bien) el efecto de cualquier look sobre mi rostro.
Antes de tener mi consulta con ella, no sabía que la colorimetría solo afecta a la cara. Esto me dio cierto alivio porque significa que, en la parte de abajo del cuerpo, podemos utilizar los colores que queramos, sin reglas. "Los colores que te favorecen al final son una herramienta que no tiene una norma rígida", apunta. Y si quieres seguir vistiendo al completo de negro, ¡hazlo! Un pañuelo, un collar o tan solo un guiño sutil con tu maquillaje puede marcar la diferencia e iniciar una nueva etapa para ti. Poco a poco, como me ha pasado a mí, te irás atreviendo con prendas más vistosas, como un jersey (que puedes llevar atado sobre los hombros) y hasta un abrigo.
"Lo bonito del proceso es que las personas terminen enamorándose un poco de colores que antes evitaban. ¡O al revés! Que les encante un color como tal, pero no para vestir, les diga que está dentro de su colorimetría y encuentren un motivo para, finalmente, comprarse esa chaqueta verde que tenían fichada".