Nicolás Montenegro es una de esas pocas personas que cuando la conoces descubres que tiene un je ne seis quois que le hace distinto a los demás. Ese don de los artistas que ven el mundo de otra manera y que triunfan con su forma de ser y de ver la vida. Tal vez por eso (y por su talento, por supuesto), entre todos los grandes creativos que hay dentro y fuera de nuestras fronteras, Gala González lo eligió a él para que creara uno de los diseños más especiales: el look de su boda civil, un conjunto compuesto por un pantalón Capri y un cuerpo encorsetado con mangas llenas de volumen.
Con él hemos charlado en su nueva casa en Lantejuela (Sevilla), un hogar donde el diseñador es feliz junto a los suyos.
Nicolás, Gala González ha elegido para su boda civil un look nupcial diseñado por ti. ¿Cómo te sentiste?
La verdad es que cuando recibí su llamada, no me lo podía creer. Para mí Gala es it girl más internacional de nuestro país, adelantándose a todas las épocas de Instagram, y un referente tanto a nivel nacional como internacional en la moda. Recibir su llamada entre tanta marca internacional, imagínate, ¿a qué diseñador no le haría ilusión?
La cuestión es que Gala ha contado conmigo en varias ocasiones, y es una cosa por la que me siento infinitamente agradecido. Para mí la sensación de vestir a Gala, es la misma sensación de vestir a un artista internacional. Por mis trabajos anteriores, como son por ejemplo en Dolce & Gabbana, he tenido la suerte de trabajar con artistas de la talla de Kylie Minogue o Madonna; y cuando experimentas esa sensación, te das cuenta que trabajar con Gala es la misma sensación.
¿Cómo nació la inspiración para este look?
Pues nació de lo más rápido que os podáis imaginar, con una simple llamada. La agenda de Gala es bastante complicada, de desfile en desfile y de país en país. Recuerdo que estaba justamente saliendo de un desfile en Italia, me llamó, empezamos a conversar y de la más pura casualidad acabamos inspirándonos en un pantalón Capri.
¿Ella tenía muy claro lo que buscaba?
Obviamente, Gala es Gala. Tiene una personalidad y un estilo supermarcado y superseguro, pero lo mejor que tiene ella es que es superprofesional y cede el espacio necesario a cada diseñador, fotógrafo o estilista.
¿Cómo ha sido trabajar con ella?
Facilísimo. Siempre que trabajamos juntos, lo hacemos de la manera más rápida y precisa. No nos vamos por los cerros de Úbeda, simplemente ejecutamos todo aquello que tenemos pensado. En este caso, lo hicimos a través de videollamada. Íbamos realizando los avances, yo desde mi taller de Sevilla, y ella desde los diferentes lugares donde se encontraba trabajando.
¿Hay alguna anécdota especial que nos puedas contar?
Sí, es increíble, pero Gala y yo sabemos como trabajar a distancia, sin vernos, y el resultado siempre es espectacular. Cuando terminamos un trabajo siempre nos reímos y comentamos que tenemos una forma muy especial de trabajar juntos y que pese a lo complicado de nuestras agendas logramos siempre que el resultado sea simplemente magnífico.
¿Cuándo descubriste que querías ser diseñador de moda?
Era bastante pequeño, pero recuerdo el momento en el que la moda despertó interés en mí. Mi hermana Isabel, la mayor, siempre buscaba el vestido perfecto para Nochevieja, era el traje del año e íbamos a Sevilla, Córdoba, e incluso a Madrid, a encontrarlo. Hubo dos años que esos vestidos me marcaron. Un año fue un dos piezas rosa y al año siguiente uno verde muy estilo Kate Moss años 90. Recuerdo cuando la veía a ella llevando esos diseños y cómo se me encendió la chispa de la moda.
Estudiaste Historia del Arte en Sevilla y después Diseño de Moda en el Instituto Marangoni en Milán, ¿qué te ha aportado eso a la hora de diseñar?
Haber estudiado Historia del Arte ha sido un ochenta por ciento de mi aprendizaje y de mi crecimiento visual en el mundo de la moda. Siempre cuento que cuando me entrevisté con Domenico Dolce, para entrar en Dolce & Gabbana, lo primero que hizo fue coger mi currículum y, al ver que era licenciado en Historia del Arte, enseguida cerró mi portafolio y me dijo que empezaba a trabajar al día siguiente. Además, también me ha enriquecido mucho a la hora de diseñar; yo no creo solo en base a las tendencias, para mí crear es un tema artístico.
¿Tienes alguna anécdota de cuando trabajaste en Dolce & Gabbana?
Empecé a trabajar para la firma con un contrato en prácticas de seis meses. Al segundo mes, estaba trabajando sobre un vestido y, de repente, llegó Anna Wintour de visita y dijo que quería ese mismo vestido que yo estaba creando. Al rato me llamaron de recursos humanos para decirme que me hacían fijo. Siempre digo que tengo un vestido que fue el que me dio la llave al mundo de la moda y que ese vestido lo eligió Anna Wintour.
Y llegó la COVID y te instalaste en Lantejuela, tu pueblo natal, y fue en ese momento cuando, gracias a tu padre, te lanzaste a crear tu propia marca… ¿Cómo fue exactamente?
El destino me hizo viajar cuatro días antes del confinamiento a mi pueblo para visitar a mi familia y, claro, ya me quedé. Todos los días diseñaba, mantenía una rutina de trabajo como si tuviera mi propia firma. Mi padre, por desgracia, en la segunda ola cogió la COVID y, el día antes de fallecer, me llamó y me dijo que creara una colección, que si no lo hacía por mí, lo hiciese por él. Quería que hiciera una colección firmada por mí y que dejara de diseñar vestidos para otras marcas, y así fue. El 11 de abril de 2021 lancé mi primera colección. ¡Mira lo que ha liado mi padre! Seis meses después, Nieves Álvarez dio las campanadas con un vestido mío y ya todo ha sido mágico.
¿Cuál crees que ha sido la clave de tu éxito?
Ser fiel a mí mismo. Me he quedado en mi pueblo con mi familia, donde mejor estoy. He hecho las cosas con el corazón, y cuando se hace con cariño, todo se valora y esos valores relucen por sí mismos.
"Haber estudiado Historia del Arte me ha enriquecido mucho a la hora de diseñar. Yo no creo solo en base a las tendencias, para mí crear es un tema artístico"
¿Tienes alguna musa en la que te inspiras a la hora de diseñar?
Sin duda, tengo una musa a la que le debo mucho y a la que admiro: mi hermana Ana Montenegro. Es mi alma gemela, todo lo que envuelve a Nicolás Montenegro también la envuelve a ella y a mi familia. Soy una persona muy familiar y mis musas son mi gente, las que me dan cariño y las que hacen posible que la firma crezca.
Después de vivir en tantas ciudades has vuelto a tu pueblo natal, donde está toda tu familia. ¿Por qué has decidido volver a tus raíces?
Es curioso que, después de vivir en Milán, Londres, Madrid, Barcelona y París, haya decidido crear mi base aquí. Todos vivimos en la misma calle y somos una piña. Aquí me siento cómodo y, cuando uno se siente bien, consigue hacer las cosas con cariño y valor.
Nos recibes en tu nueva casa, Casa Montenegro, ¿qué tiene de especial para ti?
Es una casa hermandad que, junto a mi hermana y toda la familia, hemos creado y, por supuesto, gracias al arquitecto Juan Bengoa, el artífice de todo esto. Me gusta que sea parte de toda una familia, vivir cerca de los míos; esta casa es familia, es hogar.
¿Qué es lo que más te gusta de ella?
Ese salón con techos de ocho metros de altura y esos ventanales donde entra la luz natural es pura magia. Es amplio, claro, cero recargado y respira paz, te invita a quedarte. Mi vida es un poco caótica entre taller, telas y eventos, y llegar aquí y que el espacio sea tan claro y tan limpio me da mucha tranquilidad.
¿Cómo definirías su estilo?
Lo defino como un estilo ecléctico, minimalista con pinceladas de personalidad. Es una casa donde se le ha dado prioridad a la arquitectura para apreciar su valor.
¿Tienes algún rincón favorito?
Me encanta la barra isla de la cocina. Cuando mi hermana cocina, y yo me siento enfrente de ella y charlamos.
¿Te gusta recibir a amigos en casa?
Mucho. Me encanta recibir gente en casa, soy muy buen anfitrión. También muy selectivo con quién entra, pero la persona que viene, literalmente, luego no quiere salir.
Producción y texto: Lola Delgado. Fotografía: Victoria Muñoz. Maquillaje: Rebeca Jurado. Peluquería: Montenegro Beauty.