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Esta vivienda es un lujo por doble motivo: su ubicación, en el corazón del barrio de Salamanca, una de las zonas más exclusivas de la capital; y, por supuesto, por su interiorismo, obra de Jose Arroyo, capaz de crear sinergias con el espacio, mostrando la belleza en estado puro.

Decorada con diferentes acentos estéticos, materiales de distintos acabados y piezas de época, reina en ella un eclecticismo contemporáneo, atractivo y sin fecha de caducidad. 

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Situado en el salón, este rincón de música o de lectura emerge como una isla en medio del mar, ya que forma parte de él, pero al mismo tiempo posee su propia identidad, gracias a la preciosa alfombra de damero, que delimita visualmente el espacio. Las dos butacas acolchadas blancas y una mesa de centro completan el conjunto.

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El blanco, puro y limpio, se apropia de paredes y techos, creando una caja ‘white’ que otorga todo el protagonismo al mobiliario. El otro aliado decorativo es la luz natural que llega, sin impedimentos (las ventanas se han vestido con estores blancos) a todos los rincones de la estancia. En contraste, el sofá, la pieza principal, es de color oscuro, lo que le convierte en actor principal de la estancia. Nos llama nuevamente la atención, la gran alfombra gris, que viste e independiza, al mismo tiempo, la zona de estar.

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El estilo señorial de esta vivienda, situada en un edificio del siglo XIX, se mantiene también en su interiorismo. Pero, aunque pueda parecer que los adornos y el arte dominan la escena, lo cierto es que la funcionalidad domina cada pieza de mobiliario y cada elemento, teniendo su razón de ser. Así, la base de la chimenea, revestida en nogal, es de mármol, para proteger el pavimento de madera, o el sofá, situado frente a la televisión, es chaise longue, para hacer más confortable y cómodo los domingos de mantita y tele.

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El arte en todas sus manifestaciones se siente a gusto, por eso se hace un hueco en las diferentes estancias. Con un espíritu abierto y cosmopolita, los objetos artísticos definen el carácter de esta casa del barrio de Salamanca (Madrid) y le dan vida y personalidad, como esta obra de Antoni Tàpies.

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La iluminación es esencial en el trabajo de Jose Arroyo (josearroyo.com) y en este proyecto madrileño también se ha cuidado al máximo. “Se han utilizado dos tipos: la general, proyectada desde los techos, y la de ambiente, producida por distintas lámparas de pie y sobremesa, situadas estratégicamente”, explica.

En el comedor, que comparte espacio con el salón sin molestarse el uno al otro, se ha colocado una mesa rectangular de madera, diseñada por el interiorista. Las dos alacenas negras son el broche decorativo perfecto de esta zona.

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La cocina, con mesa de office y barra de desayunos expresa a la perfección la forma de trabajar del interiorista. De esta manera, la luz, la estructura y las formas se convierten en sus musas, haciendo que vaya ‘improvisando’, en función del entorno: “El propio espacio es el que me guía con su luz, sus volúmenes y su entorno”, señala Jose Arroyo.

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Este estilo ecléctico posee una gran ventaja frente a otros: su atemporalidad. Por eso, cada rincón se muestra personal y único, incluso el pasillo que comunica las diferentes estancias tiene encanto, sin olvidar su función práctica. Las vitrinas con el interior de espejo son obra de Jose Arroyo, mientras que el aparador se adquirió en El Rastro. Nos llaman también la atención, los cuadros que decoran sus paredes. 

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El proyecto lumínico consigue interiores cálidos y acogedores, capaz de adecuarse a cada momento del día y necesidad de sus moradores. Mientras que la fluidez y diversidad espacial y, por supuesto, la luz natural ofrecen un escenario perfecto para mover los elementos de un lado a otro permanentemente. En el dormitorio principal, la vivienda tiene dos, una gran cama con dosel es la protagonista absoluta del espacio. Espejos metálicos, diseñados por el interiorista.

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En el vestidor, un gran espejo con el marco de madera multiplica los metros de la habitación y lleva la luz a todos los rincones, al mismo tiempo que las piezas de época, como el aparador de madera de nogal, se mezclan con elementos y muebles actuales, logrando un conjunto armónico, lleno de estilo.

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